lunes, 9 junio 2025

‘La Favorita 1922’: Rosa se arma de valor y le cuenta toda la verdad a su prometido en la cara

La maquinaria de «La Favorita 1922» no deja de moverse y en esta ocasión gira entre confesiones peligrosas, celos descomunales y secretos de planes que están a punto de «dar la vuelta» a todos y cada uno de los personajes de la narración. La valentía de Rosa desafiando a su futuro marido, la precaria tregua entre Elena y Félix, la amenaza de don César asomándose al fondo de la escena no son más que la introducción de una tempestad que promete arrasar con todo. En tanto algunos personajes parecen dedicados a reconstruir sus relaciones, otros parecen entregados a destruirlas.

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UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA ELENA Y FÉLIX

Fuente: Mediaset

Félix Montenegro ha conseguido lo inalcanzable en La Favorita 1922: que Elena lo perciba más allá de su popularidad y sus galanterías de celuloide. El actor ha hecho aflorar su auténtica personalidad, la que sostiene un cuerpo cansado por el esfuerzo y la vulnerabilidad, y eso ha hecho que la chef considere su manera de observar la vida. Sin embargo, el orgullo herido de Julio, y el golpe que paralizó el rodaje, han hecho que Félix empiece a albergar dudas: ¿puede haber algo auténtico entre ellos mientras Julio permanezca presente?

Pero Félix no es un derrotista. Y aunque la dureza de las palabras que intercambiaron tras el pequeño percance respetó el rictus que lleva grabado, en la lógica de la intimidad se está repitiendo que vale la pena luchar por esa comensal: «No es como las demás», repite insistentemente, evocando las maneras en las que le hace frente y el modo en que le hace sentir vivo (al cabo de tantos años viviendo dentro de papeles vacíos). Indicando que existe algo de lo que no puede desconectar: Julio sigue siendo una presencia decorativa en su inminente viaje a Sudamérica.

Elena, por su parte, se encuentra en una situación difícil. Ella es consciente de que Félix le representa lo nuevo, lo cierto, pero su historia con Julio hace que no termine de atreverse. Don César, el padre de los Montenegro, tampoco ha dejado de presionarla, y ahora acaba de hacer una última maniobra —la de intentar comprar la parte de su anterior marido— que puede acabar de ser la gota que colma el vaso. Si el patriarca de los Montenegro lo consigue, no solo hará que Elena pierda el control de su restaurante, sino incluso la libertad que le había costado tanto obtener. Pero en medio de todo ello, Félix está esperando la respuesta de Elena: ¿elegirá el amor o el deber?


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