Iñaki Urdangarin ha dado un paso inesperado que ha vuelto a situarlo en el centro de atención pública. Después de años de silencio absoluto y de mantenerse alejado de cualquier exposición mediática, el exduque de Palma ha decidido romper su habitual discreción con una entrevista que marca un antes y un después en su imagen. Lejos de limitarse a respuestas superficiales, ha compartido aspectos íntimos de su vida actual, su rol como padre, su nueva relación sentimental y el camino que ha emprendido para reconstruir su identidad personal y profesional. En palabras sinceras y pausadas, ha mostrado un perfil desconocido para muchos, una versión de sí mismo que busca el equilibrio después del huracán mediático y judicial que marcó su vida.
2Iñaki Urdangarin lo ha confesado todo

Urdangarin no ha esquivado los capítulos más duros de su pasado. Ha recordado brevemente su paso por prisión y cómo aquel periodo, lejos de hundirlo, le ofreció una oportunidad de repensarse y de encontrar un nuevo propósito. Fue durante esos años de encierro cuando comenzó a estudiar Psicología y coaching, disciplinas que le sirvieron para dar forma a un nuevo proyecto de vida centrado en ayudar a los demás. Este proceso no fue rápido ni sencillo, pero le permitió construir un futuro alternativo al que parecía predestinado. Hoy, a través de su iniciativa «Bevolutive», aspira a compartir su experiencia vital con quienes necesiten orientación o impulso para enfrentar desafíos personales o profesionales.
Su nueva vida, tal como él mismo la define, se caracteriza por la rutina y la sencillez. Vive en Vitoria, mantiene hábitos saludables, se rodea de amigos de la infancia y disfruta de la tranquilidad de estar lejos del foco. En paralelo, continúa su relación con Ainhoa Armentia, la mujer con la que comenzó una nueva etapa después del fin de su matrimonio. Aunque ambos han evitado protagonizar titulares desde que se conoció su vínculo, la estabilidad de la pareja parece evidente. No buscan notoriedad, sino una existencia serena y ajena a cualquier exhibicionismo mediático. Esta forma de vida contrasta con los años en los que cada uno de sus movimientos era analizado al milímetro y su privacidad era inexistente.
Para muchos, esta exposición voluntaria representa una forma simbólica de cerrar viejas heridas. Urdangarin, que durante mucho tiempo fue percibido como una figura secundaria sometida a las decisiones del entorno real, ha tomado ahora las riendas de su relato. Ha decidido hablar sin dramatismos, pero con determinación, para explicar quién es hoy y hacia dónde quiere dirigirse. En sus palabras no hay rencor ni reproches, pero sí una voluntad clara de reivindicar su nueva identidad, lejos de los protocolos y exigencias que marcaron su vida junto a la infanta Cristina. El tono calmado de sus declaraciones contrasta con el efecto mediático que ha provocado, pues sus palabras han sido interpretadas como una forma indirecta de dar por zanjada cualquier posibilidad de reconciliación.