Las audiencias no tienen piedad, y eso lo ha vivido RTVE en sus propias carnes. «La familia de la tele», que llegó a la pequeña pantalla como una de las grandes apuestas de 2025, se ha convertido en una poderosa arma que le ha generado migrañas a la emisora pública. A pesar de la llegada de diferentes remedios, desde el fichaje de algunas de las caras conocidas de la cadena y de Cayetana Guillén Cuervo hasta la nada diplomática salida de María Patiño, el programa no ha logrado conectar.
1LA FAMILIA DE LA TELE, UN FRACASO ANUNCIADO
Ni la vuelta a la primera franja de Inés Hernand y Aitor Albizua sirvió para cortar la sangría de espectadores, ni, por supuesto, los intentos de RTVE para tratar de cancelar el programa en la segunda tanda. Con las pruebas evidentes de que estaba fracasando, se vio estancada, aunque no sin prisa, por el vacío que dejó el programa. Uno de los principales errores de «La familia de la tele» fue la confusión conceptual.
En un primer momento, se vendía como un programa familiar y cercano pero pronto se encastró en el formato de las revistas o programas de cotilleo y debate ya bastante desgastado en la televisión española. De ese modo, los teleespectadores quedaron desorientados, sin saber bien qué tipo de paquete televisivo podían ver. La llegada de colaboradores de «Sálvame», además, les alejó más al poner la localización lejos del tipo de programa agradable.
Los continuos cambios en el equipo tampoco ayudaron a darle la vuelta al programa. La llegada de Cayetana Guillén Cuervo con una sección cultural supuso una intención de cambiar más el tono del programa, pero fue una medida que llegó demasiado tarde. La audiencia ya se había desconectado en ese punto y los índices de share no hacían más que bajar. La cadena fue forzada a tomar decisiones drásticas, a cancelar la segunda emisión del día y a recolocar a los presentadores en un movimiento desesperado por salvar lo que quedaba del proyecto.
El fracaso de «La familia de la tele» ha dejado al descubierto los problemas estructurales de TVE. La falta de una estrategia clara y la inclinación de imitar formatos de otras cadenas sin hacer la visita adecuada han sido condiciones muy propias de años pasados; este último tropiezo debería servir de llamada de atención para quienes tengan que ver con la programación, que deberían repensar cómo conectar con un público que es cada vez más cuidadoso.
