domingo, 8 junio 2025

Elimina el mal olor de tu lavadora con el mantenimiento clave que muchos olvidan

La lavadora, ese electrodoméstico fundamental en cualquier hogar español, puede convertirse con el tiempo en una fuente inesperada de malos olores que impregnan no solo el aparato, sino también nuestra ropa recién lavada. Este problema, más común de lo que se piensa, suele generar frustración y la búsqueda de soluciones rápidas que no siempre atacan la raíz del asunto. Sin embargo, la clave para desterrar esos hedores desagradables reside en un mantenimiento específico que, por desgracia, muchos usuarios olvidan o desconocen por completo, transformando un aliado de la limpieza en un pequeño foco de contaminación olfativa.

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Lejos de ser una avería grave o un fallo irreparable, el origen del problema suele ser más mundano y estar relacionado con la acumulación de residuos y la proliferación de microorganismos en zonas ocultas del aparato. Afortunadamente, con unos sencillos gestos preventivos y una limpieza periódica de ciertos componentes, podemos devolverle a nuestra lavadora su frescura original y asegurar que nuestra colada salga siempre impecable y con buen aroma. Descubrir estos pasos es esencial para prolongar la vida útil del electrodoméstico y disfrutar de sus prestaciones al máximo.

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EL FILTRO DE LA BOMBA: ESE GRAN OLVIDADO LLENO DE TESOROS (Y NO DE LOS BUENOS)

Fuente: Freepik

Uno de los componentes más olvidados y, paradójicamente, uno de los más importantes en el mantenimiento de la lavadora es el filtro de la bomba de desagüe. Pocos son los que se acuerdan de revisar periódicamente el filtro de la bomba de su aparato, un pequeño compartimento diseñado para atrapar objetos pequeños como monedas, botones, horquillas, así como pelusas y suciedad que podrían obstruir el sistema de desagüe o dañar la propia bomba, generando atascos y, por supuesto, malos olores.

La limpieza es sencilla y debería realizarse cada pocos meses, dependiendo del uso. Tras asegurarse de que la lavadora está desconectada y con una bandeja o trapo debajo para recoger el agua residual que pueda salir, se desenrosca la tapa del filtro con cuidado y se retiran todos los residuos acumulados, lavando el filtro bajo el grifo antes de volver a colocarlo. Este simple gesto previene averías y es fundamental para evitar la acumulación de materia orgánica en descomposición que causa hedores.


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