En Vale salvaje la tensión alcanza su punto álgido en el capítulo 182 de hoy, donde se rompen las alianzas, emergen los secretos y un invitado imprevisto hace estallar la fina paz de los Gálvez de Aguirre. La serie, que a lo largo de todas sus tramas ha mantenido a los telespectadores en un hilo a través de sus giros, aquí también cumple: la cena de gala en honor de don Hernando es la escenografía ideal para una revolución familiar. Los personajes luchan por ocultar sus verdaderas intenciones mientras parece que el destino se entremezcla para hacer que emerja aquello que nadie se atreve a confesar.
1UNA ALIANZA A PUNTO DE ESTALLAR

Adriana se encuentra en un punto sin retorno en Valle Salvaje. Su obsesión por desbaratar a Úrsula la ha llevado a confiar en Luisa. Pero esa confianza podría ser lo que la ha de llevar a su ruina. Luisa, a pesar de parecer leal, tiene sus propios intereses ocultos. «En esta casa no todo es lo que parece, y Luisa lo sabe mejor que nadie», piensa Adriana en uno de sus momentos de lucidez, pero ya ha sido demasiado tarde para recuperar el camino perdido.
La relación que va construyendo con Luisa la va acercando a la verdad, pero a su vez, entre los peligros que acechan, para Adriana el riesgo mayor es que la carta no contenga aquello que espera encontrar, quedado desautorizada por completo. El desconcierto empeora la situación. Al enfrentarse a Rafael y Julio, Adriana esperaba que la fraternidad primara, sin embargo subestimó hasta qué punto Úrsula conoce e instrumentaliza la manipulación.
Los hermanos no solo la repelen, sino que la acusan, «¿Hasta cuándo vas a seguir inventando historias para separarnos?», le recrimina Julio, mientras Rafael no la mira, incómodo, pero convencido por lo que dice Úrsula. Adriana queda a solas, con un nudo en la garganta y convencida de que se ha equivocado de manera irreparable. Sin embargo, las dificultades aún no han alcanzado su cima. Tan pronto como Úrsula tiene noticia de la bronca, toma la determinación de lanzarse al contraataque.
«Si sigue tragándose esas ensoñaciones, quizás sea ella la que no merezca», murmura Úrsula al oído de Rafael, despertando el aprecio que le tiene respecto a una expulsión que podría dejar a Adriana sin nada, o casi sin nada, como si el juego consistiese en una batalla. La pregunta ya no es si Adriana va a encontrar la carta, sino si va a lograr sobrevivir a su propia guerra.