El campamento de la Fundación Querer une terapia, juego y naturaleza, y busca ofrecer a niñas y niños neurodivergentes una experiencia de verano que respete su ritmo, refuerce fortalezca su autoestima y les permita ser, simplemente, ellos mismos.
Mientras muchos niños cuentan los días para ir a la colonia o al campamento de verano, un grupo importante de niños se queda al margen, sin propuestas pensadas para sus necesidades específicas. Se calcula que, entre un 10% y un 15% de niños en edad escolar es neurodivergente1; es decir, tiene un cerebro que funciona, procesa o se comunica de manera distinta a la media. Y, sin embargo, apenas hay propuestas para ellos.
No sólo eso. Durante las vacaciones, muchos de estos niños con dificultades de aprendizaje ven interrumpidas sus terapias y refuerzos educativos, lo cual puede afectar en su progreso.
Frente a este escenario, surge el Campamento de la Fundación Querer, que lleva ya 5 ediciones. El objetivo de este proyecto pionero es ofrecer campamentos inclusivos y terapéuticos en períodos de vacaciones escolares (las tres primeras semanas de julio) para niños con trastornos del neurodesarrollo (retraso en lectoescritura, TEA, TDAH, retraso madurativo, entre otros) de entre 4 y 18 años. Estos campamentos proporcionarán actividades lúdicas y terapias especializadas para asegurar que estos niños reciban la estimulación necesaria durante las vacaciones, ayudando también a las familias a conciliar su vida laboral con la atención que sus hijos requieren.
“No es solo una actividad más de verano, es una alternativa al campamento tradicional desarrollada especialmente para que los niños con trastornos del neurodesarrollo o dificultades secundarias a enfermedades o trastornos neurológicos puedan disfrutar de actividades lúdicas desde un enfoque terapéutico que les permitirá dar continuidad a las terapias que realizan durante el curso”, afirma Sara Herrero, neuropsicóloga y directora del Gabinete Multidisciplinar de la Fundación Querer.
Detrás de todas las actividades, de la formación de los grupos y de la organización del campamento se encuentra un equipo multidisciplinar formado por neuropsicólogos, psicólogos, logopedas, terapeutas ocupacionales… Es decir, los profesionales que están realizando las actividades con los niños forman parte de un equipo cualificado y especializado en el tratamiento de este tipo de trastornos.
Herminia Piarulli, madre de Emma, una niña que acude de nuevo al campamento, lo tiene claro: “El campamento que ofrece la Fundación Querer es muy bueno. Es un espacio de esparcimiento sin dejar a un lado la supervisión y atención terapéutica en la que se ha trabajado durante todo el curso”.
Para garantizar una atención individualizada, el campamento tiene un máximo de 30 plazas disponibles. Cada terapeuta se encarga de un grupo reducido, permitiendo una atención personalizada y adaptada a las necesidades específicas de cada niño. Se realizan entrevistas iniciales y finales con cada familia para evaluar las necesidades y el progreso de los niños. Este seguimiento exhaustivo permite adaptar las terapias y actividades según los requerimientos de cada participante y observar los avances logrados durante los campamentos.
“Los padres recibirán feedback diario de las actividades que realizan sus niños y un pequeño informe al final del campamento con algunas recomendaciones. Para las familias, es una garantía de que sus hijos siguen realizando estimulación tanto a nivel cognitivo, motor, como socioemocional que favorecerá su desarrollo en todos los contextos al tiempo que están disfrutando y pasándoselo bien con sus compañeros”, explica Sara Herrero.
Una necesidad real
La importancia de este tipo de iniciativas no es menor. Una guía elaborada por la Universidad Autónoma de Madrid indica que casi la mitad (46,3%) de los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) reportan haber sufrido exclusión en actividades grupales o escolares2. En tanto, estudios de la Sociedad Española de Neuropsicología Infantil afirman que la participación en entornos seguros, terapéuticos y naturales mejora significativamente la autoestima, la regulación emocional y la autonomía.
“Los campamentos de la Fundación Querer han sido siempre una opción muy buena para mi hija. En ellos disfruta y a la vez continúa aprendiendo, siempre de una manera lúdica. Para niños como mi hija, estar en activo es fundamental, y en este campamento lo consiguen”, asegura Nieves Merino, madre de Gabriela, que este año repite en el campamento. Y continúa: “Durante el año, ella acude a un colegio ordinario con apoyos, así que, durante estos días de campamento, el hecho de compartir las jornadas con otros niños que tienen alguna necesidad especial, hace que se sienta una más”.
De la misma opinión es Herminia Piarulli: “A los niños les aporta seguridad, porque se encuentran con otros niños que también requieren una atención especializada con personal preparado para ello en instalaciones pequeñas, que en nuestro caso es una opción estupenda ya que le evita a nuestra hija situaciones de estrés”.
El campamento tiene una programación que incluye actividades lúdicas desde un enfoque terapéutico. Los participantes reciben refuerzo en áreas clave como atención, lectoescritura y psicomotricidad de manera lúdica y estructurada:
- Juegos y dinámicas grupales.
- Talleres específicos de estimulación de las funciones cognitivas para trabajar la atención, planificación, organización, visopercepción.
- Talleres específicos para trabajar la lectoescritura y habilidades comunicativas.
- Sesiones de psicomotricidad grupal y sesiones de integración sensorial grupal.
- Actividades para el desarrollo de la creatividad.
- Talleres de inteligencia emocional y habilidades sociales.
- Actividades en inglés y extraescolar de inglés.
- Actividades en el agua y clases de natación.
Además, se contempla el acompañamiento familiar: durante el desarrollo del campamento, se realizan talleres psicoeducativos para padres, donde se abordarán estrategias de comunicación, autocuidado, validación emocional y gestión de la ansiedad familiar.