sábado, 7 junio 2025

¡Cuidado! Tu banco no es tu banco: la nueva estafa de phishing que tú tienes que detectar

La confianza en nuestro banco es un pilar fundamental en la gestión de nuestras finanzas personales, pero en la era digital, esa confianza se ve constantemente amenazada por ciberdelincuentes cada vez más astutos. El phishing, esa suplantación de identidad que busca robarnos datos sensibles, ha evolucionado hasta tal punto que distinguir un mensaje fraudulento de uno legítimo se ha convertido en un auténtico desafío. Ya no se trata de correos mal redactados y llenos de faltas; ahora nos enfrentamos a comunicaciones que imitan casi a la perfección la imagen y el tono de nuestras entidades, creando una peligrosa ilusión de seguridad.

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Esta nueva oleada de timos digitales no solo pone en jaque nuestro dinero, sino también nuestra tranquilidad, obligándonos a estar permanentemente alerta y a desconfiar incluso de aquellos mensajes que parecen provenir de fuentes fiables. Comprender cómo operan estos estafadores, qué señales de alarma debemos buscar y cómo actuar ante la mínima sospecha es más crucial que nunca. La primera línea de defensa somos nosotros mismos, y nuestra capacidad para detectar el engaño es la mejor herramienta para proteger nuestro patrimonio y nuestra identidad en un entorno online cada vez más hostil.

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DETALLES QUE DELATAN AL IMPOSTOR: LA LUPA SOBRE EL FRAUDE BANCARIO

Fuente Freepik

Aunque los intentos de phishing son cada vez más sofisticados, casi siempre existen pequeños detalles que pueden delatar al impostor si prestamos la suficiente atención. Las faltas de ortografía o gramática, aunque menos comunes que antes, siguen apareciendo en algunos mensajes fraudulentos; un saludo genérico como «Estimado cliente» en lugar de nuestro nombre, puede ser una señal de alerta, especialmente si nuestro banco suele personalizar sus comunicaciones. Los enlaces acortados o con dominios extraños también deben encender todas las alarmas.

Es fundamental revisar la dirección completa del remitente del correo electrónico, no solo el nombre que se muestra, y desconfiar de cualquier URL que no coincida exactamente con la oficial de nuestro banco. Antes de hacer clic en cualquier enlace, es recomendable pasar el cursor por encima (sin clicar) para ver la dirección web real a la que redirige. Además, ninguna entidad bancaria legítima solicitará jamás por correo electrónico o SMS claves completas, el PIN de la tarjeta o códigos de seguridad de un solo uso (OTP) para «verificar» una cuenta. Esta es una línea roja que los estafadores cruzan constantemente.


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