El cuello tecnológico
se ha convertido, casi sin darnos cuenta, en una dolencia silenciosa pero persistente en nuestra sociedad hiperconectada. Esa inclinación constante de cabeza para mirar la pantalla del móvil, la tableta o el portátil, gesto que repetimos decenas, ¡qué digo!, cientos de veces al día, está pasando una factura considerable a nuestra salud cervical. No es una dolencia de ciencia ficción, sino una realidad palpable que afecta a un porcentaje cada vez mayor de la población, independientemente de la edad, aunque con especial incidencia en quienes pasan largas jornadas frente a dispositivos electrónicos, generando una tensión que, de no atajarse, puede derivar en problemas más serios
La cuestión es que esta postura antinatural, mantenida durante periodos prolongados, somete a las vértebras cervicales y a la musculatura circundante a un estrés para el que no están diseñadas. Piénsalo, la cabeza humana pesa entre cuatro y cinco kilos, y por cada centímetro que la inclinamos hacia adelante, la presión sobre la columna cervical se multiplica exponencialmente. Es como llevar una mochila invisible cada vez más pesada. La invitación, por tanto, no es a demonizar la tecnología, sino a tomar conciencia de sus efectos y aprender a mitigarlos antes de que el malestar se cronifique y afecte seriamente nuestra calidad de vida.
5PREVENIR ES CURAR: HÁBITOS SALUDABLES PARA MANTENER A RAYA EL `CUELLO TECNOLÓGICO`

Más allá de estos ejercicios específicos, la prevención del cuello tecnológico
pasa ineludiblemente por adoptar una mayor conciencia postural en nuestro día a día. Esto implica ajustar la ergonomía de nuestro puesto de trabajo o estudio, elevando las pantallas a la altura de los ojos para evitar la flexión cervical prolongada y utilizando sillas con un buen soporte lumbar. Recordar hacer pausas activas cada cierto tiempo, levantarse, caminar un poco y realizar algunos de estos estiramientos, puede marcar una diferencia notable a largo plazo y evitar que la tensión se acumule.
Finalmente, es crucial integrar estos pequeños cambios como hábitos permanentes y no como soluciones puntuales cuando el dolor ya ha aparecido. La lucha contra el cuello tecnológico
es una carrera de fondo que requiere constancia y atención. Escuchar a nuestro cuerpo, ser conscientes de cómo interactuamos con la tecnología y dedicar unos minutos al día al cuidado de nuestra salud cervical son las mejores herramientas para evitar que esa «factura» siga creciendo, permitiéndonos disfrutar de los beneficios de la vida digital sin sacrificar nuestro bienestar físico. La clave está en el equilibrio y en la prevención activa.