El cuello tecnológico
se ha convertido, casi sin darnos cuenta, en una dolencia silenciosa pero persistente en nuestra sociedad hiperconectada. Esa inclinación constante de cabeza para mirar la pantalla del móvil, la tableta o el portátil, gesto que repetimos decenas, ¡qué digo!, cientos de veces al día, está pasando una factura considerable a nuestra salud cervical. No es una dolencia de ciencia ficción, sino una realidad palpable que afecta a un porcentaje cada vez mayor de la población, independientemente de la edad, aunque con especial incidencia en quienes pasan largas jornadas frente a dispositivos electrónicos, generando una tensión que, de no atajarse, puede derivar en problemas más serios
La cuestión es que esta postura antinatural, mantenida durante periodos prolongados, somete a las vértebras cervicales y a la musculatura circundante a un estrés para el que no están diseñadas. Piénsalo, la cabeza humana pesa entre cuatro y cinco kilos, y por cada centímetro que la inclinamos hacia adelante, la presión sobre la columna cervical se multiplica exponencialmente. Es como llevar una mochila invisible cada vez más pesada. La invitación, por tanto, no es a demonizar la tecnología, sino a tomar conciencia de sus efectos y aprender a mitigarlos antes de que el malestar se cronifique y afecte seriamente nuestra calidad de vida.
1LA SOMBRA DIGITAL: ¿QUÉ ES EXACTAMENTE EL `CUELLO TECNOLÓGICO` Y POR QUÉ DEBERÍA PREOCUPARTE?

El término cuello tecnológico
, también conocido como «text neck» en el ámbito anglosajón, describe el conjunto de síntomas derivados de la sobrecarga y tensión muscular en la zona del cuello y los hombros, provocada por la flexión repetitiva y sostenida de la cabeza hacia adelante y abajo al utilizar dispositivos electrónicos. Esta postura, tan común en nuestro día a día que apenas reparamos en ella, altera la curvatura natural de la columna cervical, conocida como lordosis cervical, y puede llevar a una rectificación o incluso inversión de la misma si no se toman medidas preventivas. El problema no es el uso puntual, sino la acumulación de horas en esta posición.
Las alarmas deberían saltar cuando empezamos a notar rigidez en el cuello, dolor que puede irradiarse hacia los hombros, la espalda alta e incluso los brazos, o cefaleas tensionales frecuentes. A menudo, estos síntomas se achacan al estrés o al cansancio general, sin identificar la verdadera causa subyacente en nuestros hábitos digitales. Ignorar estas señales es permitir que el cuello tecnológico
se asiente, pudiendo cronificar el dolor y llevar a degeneración discal prematura, hernias cervicales o artrosis, problemas que van mucho más allá de una simple molestia pasajera y que comprometen seriamente nuestro bienestar.