viernes, 6 junio 2025

‘Renacer’: Bahar se convierte en un fenómeno viral tras salvar la vida de Efe

«Renacer» es la historia de unas mentiras, de un héroe inesperado y de unas segundas oportunidades. La serie turca ha convencido a millones de personas con su argumento intenso, sus personajes muy bien caracterizados y sus giros del relato que dejan al espectador en el aire. Esta semana, el capítulo más sorprendente hasta el momento ha dado la razón de que con respecto a los propios errores nadie queda a salvo.

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Bahar, una mujer renacida de sus propios restos, se convierte en el centro de una tormenta mediática al salvar a Efe, su amigo, de una operación de alto riesgo. Por otro lado, Evren, el hombre que ha robado su corazón, se hunde en una espiral de adicción y engaños que amenazan la carrera y su relación con Bahar. ¿Hasta dónde llegará la mentira antes de que todo explote?

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EVREN, LA MENTIRA QUE LO CONSUME

Fuente: Atresmedia

Detrás un médico estelar en Renacer, hay un ser humano tremendamente descompuesto. Evren ha estado adulterando el valor de sus análisis médicos en el intento de ocultar lo que en él ha llegado a ser una adicción a la medicación, pero su cuerpo ha llegado a un límite fragilísimo. «No soy un adicto», reafirma, para un análisis toxicológico que no engaña. Su desastre en el quirófano no fue un accidente, sino el producto de un peligroso proceder de automedicación.

Timur, pese a la ira, intenta protegerlo. Sabe que la única salida es que Evren abandone, de lo que a su vez se generará un escándalo. «No puedes huir. Eso sería aceptar. Que se te culpabilice de cargar en la conciencia con lo que podría ser un asesinato», le recuerda. Pero todo se complica cuando Cemre, una residente con sus propios intereses, filtra la noticia a la prensa. De la noche a la mañana, Evren no es el médico elogiado, sino un incontrolable terremoto institucional.

Lo más doloroso, sin embargo, es la mirada de Bahar. Bahar, que lo defendía, pese a que todos llegasen a dudar, empieza a ver confirmada su amenaza en esbozo. «¿Cómo pudiste jugar con la vida de tus pacientes?», le reprocha, con una mirada en sus ojos aguada. Y Evren, incapaz de atinar una contestación, escoge el camino más ruinoso, es decir, alejarse, aunque no lo hace por vergüenza. Lo hace por algo mucho más respondido.

El hecho de que sus resultados toxicológicos sean conocidos por la televisión le deja sin escapatotoria. La prensa le señala, los pacientes desconfían y la dirección del hospital empieza a discutir sobre su despido. «He perdido todo por no pedir ayuda», dice en un momento de posesión de sí mismo, pero ya es demasiado tarde.

Su adicción va más allá de la física, forma parte de la emocional. Evren no tiene miedo a las pastillas, tiene miedo a sus fantasmas. Cuando Bahar le extiende la mano, él la niega, convencido de que no cabe la redención.

El último clavo en su ataúd profesional lo ha puesto Cem, el muchacho a quien un día protegió. Ahora el chico lo señala públicamente como un impostor. Evren, batido, se da cuenta de que ha tocado fondo, aunque, ¿tendrá la energía suficiente como para volverse a levantar?


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