La sensación de pereza al despertar, ese ancla invisible que nos retiene en la cama cada mañana, es una batalla que millones de personas libran a diario. No se trata solo de falta de voluntad o de haber trasnochado; a menudo, esta dificultad persistente para iniciar el día, incluso sintiendo que hemos dormido las horas suficientes, es un enigma que va más allá de la simple holgazanería.
Podemos marcarnos objetivos, poner el despertador lejos o prometer a nosotros mismos que esta vez sí saltaremos de la cama con energía, pero la realidad se impone y el cuerpo parece negarse a colaborar, sumiéndonos en una espesa niebla matutina que no se disipa con la ducha ni con el café. Es hora de plantearse si detrás de esa aparente pereza se esconden motivos más profundos, de naturaleza biológica o médica, que requieren una mirada atenta.
4LA FATIGA QUE VIENE POR DENTRO: CUANDO FALTA HIERRO O VITAMINAS

No todas las causas de la dificultad para levantarse por la mañana están directamente relacionadas con el proceso del sueño en sí; a veces, el problema reside en deficiencias nutricionales o condiciones médicas que afectan la capacidad del cuerpo para generar energía y transportar oxígeno. La anemia, particularmente la anemia ferropénica (por falta de hierro), es una de las causas más comunes de fatiga y debilidad generalizada, un estado que se traduce directamente en una lucha diaria para salir de la cama y una sensación constante de pereza.
El hierro es esencial para la producción de hemoglobina, la proteína de los glóbulos rojos que transporta el oxígeno por todo el cuerpo, y cuando hay una deficiencia, los tejidos y órganos no reciben el oxígeno necesario para funcionar de manera eficiente. Esto causa fatiga, palidez, dificultad para concentrarse y, por supuesto, una notoria falta de energía por la mañana que puede ser interpretada erróneamente como pereza o falta de ganas de afrontar el día. Otras deficiencias, como la de vitamina B12 o vitamina D, también pueden contribuir a la fatiga crónica.