La recta final de Supervivientes 2025 se complica más de lo esperado y, esta semana, ha estallado una inesperada tormenta que tiene a Pelayo Díaz como protagonista absoluto. En una gala marcada por la emoción tras la marcha de Carmen Alcayde, el estilista se ha convertido en el foco de todas las miradas al hacer uso de su privilegio como líder de una forma que nadie anticipaba. Su decisión ha desatado una oleada de comentarios, tensiones en el grupo y una lista de nominados que ha generado más indignación que nunca, sembrando una crisis interna en el reality más extremo de Telecinco.
1Pelayo Díaz se acerca a la final

Hasta ahora, el papel de líder había sido asumido como una oportunidad para obtener ventaja estratégica sin alterar demasiado la dinámica del grupo. Sin embargo, Pelayo Díaz ha roto ese patrón. Tras imponerse en la prueba de liderazgo, el estilista tenía derecho a nominar directamente a uno de sus compañeros, pero la forma en la que ha ejercido ese poder ha dejado perplejos tanto a concursantes como a la audiencia. Su elección no solo ha resultado inesperada para el nominado, que ha encajado el golpe con resignación, sino que ha cambiado el rumbo del concurso a tan solo unas semanas de su desenlace.
La gala, presentada como siempre por Jorge Javier Vázquez, arrancaba con el adiós definitivo de Carmen Alcayde, quien se ha convertido en la última expulsada. Con su marcha aún reciente, el ambiente ya era tenso, pero Pelayo avivó aún más los ánimos con una decisión que añadía una cuarta persona a la lista de nominados, algo inédito en esta edición. Y es que, a diferencia de otras semanas, en esta ocasión no hubo necesidad de desempate: los votos del grupo designaron a tres concursantes y el estilista, con su elección personal, completó un cuarteto que muchos consideran desequilibrado.
Dos nombres volvieron a repetirse en la ceremonia de nominaciones como si de una rutina inevitable se tratase: Anita Williams y Montoya. La que fuera una de las grandes promesas del concurso y su exnovio, con quien ha protagonizado los momentos más intensos de esta edición, vuelven a enfrentarse al veredicto de la audiencia. Y lo hacen, una vez más, con una mezcla de sarcasmo y resignación que no pasa desapercibida. Antes incluso de que se confirmaran sus nombres, ambos ya alzaban la mano entre sonrisas irónicas, conscientes de lo previsible que se ha vuelto su destino en las galas.
«Qué raro», se escuchaba decir a Anita mientras intercambiaba una mirada cómplice con Montoya. La frase, pronunciada con evidente ironía, reflejaba no solo la frustración de verse continuamente en la cuerda floja, sino también la desconexión que ambos sienten respecto a sus compañeros, de quienes sospechan un pacto tácito para hacerles la vida imposible dentro del reality. No obstante, la audiencia ha demostrado semana tras semana que su historia sigue generando interés, y su permanencia en la isla parece más sólida que nunca pese a los continuos intentos por desalojarlos.