La televisión pública está en una encrucijada. Las audiencias de La Promesa y Valle Salvaje, sus dos ficciones más competitivas, ya se están viendo resentidas y los seguidores de las series no ocultan su enfado por ello.
El motivo no es otro que el nuevo magacín La familia de la tele, un experimento que por el momento no consigue empatizar con la gente. Mientras los datos del programa caen en picado, las ficciones que le rodean (las que antes eran capaces de liderar sin problemas) empiezan a mostrar síntomas de debilidad.
3RTVE FRENTE AL ESPEJO

La realidad actual requiere decisiones rápidas y hábiles, pero en RTVE prima la parálisis, pues mientras otras cadenas se ajustan el horario en casi tiempo real, la televisión pública se empecina en justificaciones y plazos imposibles. «Dentro de un mes veremos», es a todas luces una rendición disfrazada a la espera, ya que para no perder tiempo sigue el día de ayer repitiendo un «ya lo veremos más tarde», y cada día que pasa la honda es más profunda.
Las posibilidades son sencillas, aunque ninguna de ellas sea perfecta y arriesguen a perder el decisivo contexto €“-recortar la duración de La familia de la tele para dejar a las series su lugar habitual, o hasta cortar el programa y asumir su error- lo que no se pueden permitir es dilatar el asunto atrincherados en este limbo donde todos tienen que perder.
Si creen en el magacín, que lo pasen a otra franja; si no lo creen, que apuesten a por lo que les funciona e inviertan en ello. Pero esta contradicción queda para todos ellos y ello beneficiará solo a la competencia. En definitiva, todo parece pasar por una pregunta: ¿qué deseamos que RTVE más bien sea?
Si RTVE quiere tomar un camino de referencialidad del servicio público, entonces sus contenidos tienen que ser de calidad y estables, en ningún caso experimentales y provisionales. El público ya se ha pronunciado: las series son, sin duda, su gran valor y maltratarlas es un lujo que RTVE no se puede permitir. El tiempo pasa, la paciencia de un espectador no es infinita y llegará un día en el que, por mucho que rectifiquen, será tarde.