miércoles, 4 junio 2025

Los fans de ‘La Promesa’ y ‘Valle Salvaje’ se están hartando de RTVE y ponen en peligro la continuidad de las series

La televisión pública está en una encrucijada. Las audiencias de La Promesa y Valle Salvaje, sus dos ficciones más competitivas, ya se están viendo resentidas y los seguidores de las series no ocultan su enfado por ello.

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El motivo no es otro que el nuevo magacín La familia de la tele, un experimento que por el momento no consigue empatizar con la gente. Mientras los datos del programa caen en picado, las ficciones que le rodean (las que antes eran capaces de liderar sin problemas) empiezan a mostrar síntomas de debilidad.

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LA PROMESA Y VALLE SALVAJE

Los fans de 'La Promesa' y 'Valle Salvaje' se están hartando de RTVE y ponen en peligro la continuidad de las series
Fuente: RTVE

Las ficciones de la sobremesa de TVE como La Promesa o Valle Salvaje parecen ser el alma de esa sobremesa televisiva, pero precisamente esa alma acaba de ser sacrificada en el altar de una renovación mal entendida. La Promesa, mezcla de drama histórico y romanticismo, había conseguido algo muy raro: un público fiel y transversal que varía entre los jóvenes y los mayores. Hoy en día, sin embargo, esa proeza se encuentra con un horario variable que brusca a los más fieles seguidores.

Lo mismo ocurre con Valle Salvaje, que mucho le ha faltado para el ruido mediático, pero tenía una audiencia sólida y continuada. El peligro no es solo hacer que baje su share, sino que RTVE la convierta en el daño colateral de una guerra que nunca debió librarse. Las privadas, por su parte, no han dudado a la hora de reforzar su tarde, llevándose por delante a TVE.

Y hay una tercera variable determinante: el desgaste emocional del espectador. Los incondicionales de estas series no son cifras en un informe de audiencia; son personas que llevan años siguiendo sus historias, y han invertido tiempo y emoción en sus argumentos. Todo cambio en la franja horaria, todo capítulo que se ve desplazado en la emisión, equivale a una pequeña traición a esa confianza. Pero RTVE tiene que reaccionar, porque si no lo hace, quizás descubrirá que, cuando quiera volver hacia atrás, ya no habrá público que lo espere.


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