Lo que nació como una simple broma en las redes sociales del personaje de Amador, podría llegar a ser la revolución más surrealista que nos depara Eurovisión. Pablo Chiapella, el actor que interpreta al amargado Amador Rivas de La que se avecina, ha pasado de ser objeto de memes a liderar una auténtica (pero muy surrealista) campaña ciudadana para representar a España en 2026.
El «Mandanga Style», forma de presentación que juega con la humorística irreverencia que destila el personaje, ha estallado como la pólvora entre los fans desencantados con el rumbo del festival. ¿Es posible que un actor conocido por su serie de excentricidades en la televisión termine cantando ante millones de personas? La respuesta, aunque a priori parecía descabellada, parece que va tomando forma en tiempo real.
3MÁS ALLÁ DE LA BROMA DE «AMADOR»

Imaginemos por un instante que Chiapella cumple su palabra y se presenta al Benidorm Fest. ¿Qué pasaría si, contra todo pronóstico, se alza con la victoria? España acudiría a Eurovisión con una propuesta que transgrede cualquier tipo de regla no escrita del festival.
Sin autotune, sin mensaje trascendental, solo puro entretenimiento.
Está bien que exista el riesgo de acabar en la cola, pero también existe la posibilidad de marcar un antes y un después. Eurovisión siempre ha premiado lo original y el Mandanga Style es, ante todo, original. Además, en un momento donde la política parece pesar más que la música, una actuación sin pretensiones podría ser un buen respiro.
Pero lo más interesante es el precedente que sentaría. Si una campaña viral puede hacer entrar a un candidato en la lista oficial, el proceso que conocemos para seleccionar un candidato cambiaría para siempre. Las televisiones tendrían que aprender a escuchar, no solo a los expertos, sino al ruido de las redes.
Y eso, en un mundo donde la cultura se consume a golpe de clic, es inevitable. ¿Podría España convertirse en el país que democratiza Eurovisión? Es pronto para afirmarlo, pero el mensaje está claro: el público quiere participar de las decisiones y no ser meramente espectador.