Lo que nació como una simple broma en las redes sociales del personaje de Amador, podría llegar a ser la revolución más surrealista que nos depara Eurovisión. Pablo Chiapella, el actor que interpreta al amargado Amador Rivas de La que se avecina, ha pasado de ser objeto de memes a liderar una auténtica (pero muy surrealista) campaña ciudadana para representar a España en 2026.
El «Mandanga Style», forma de presentación que juega con la humorística irreverencia que destila el personaje, ha estallado como la pólvora entre los fans desencantados con el rumbo del festival. ¿Es posible que un actor conocido por su serie de excentricidades en la televisión termine cantando ante millones de personas? La respuesta, aunque a priori parecía descabellada, parece que va tomando forma en tiempo real.
1DE PARODIA A POSIBILIDAD REAL

La viralidad no espera, y Chiapella lo sabe bien desde La que se avecina. En un giro natural de su personaje, el actor aparece en un video junto a la influencer Ceciarmy, subido a un patinete y lanzando una oferta tan absurda como de verdad: “si llegamos a los 500.000 seguidores y este vídeo alcanza el millón de ‘me gusta’, yo me presento a Eurovisión… y arrastro a Ernesto Sevilla”. La afirmación, dicha entre risas, portaba un halo de reto. Pero en internet no perdona.
En menos de dos horas, el vídeo ya era consumido por 200.000 likes, haciendo evidente que el límite entre la broma y la demanda real es más fino que nunca. Chiapella, reacio —“¿y si me piden que me tire a un pozo, lo hago?”— había puesto sin querer en marcha un movimiento imparable. Los fans no quieren únicamente ver a Amador en Eurovisión: piden un espectáculo caótico, lleno de guiños a la serie y, sobre todo, divertido.
Y resulta curioso cómo esta movilización es entendida como eso, la potencia de las redes, procurando la generación de realidades alternativas. Una broma así hace una década hubiera quedado solo en un grupo de amigos; hoy, puede convertirse en tendencia mundial a las horas de haber sido creada.
La «Mandanga Style», como ya le llaman los fans, promete ofrecer una explosión de energía sin límites, letras absurdas y bailes imposibles para la gente no consumidora de mandanga. Algo así como el «Chiki Chiki» del señor Rodolfo Chikilicuatre, pero con más mandanga y menos filtros. ¿Funciona?
La historia de Eurovisión está llena de momias en una gran parte de su repertorio que tuvieron reconocimiento en gran medida precisamente por su originalidad y falta de solemnidad. Chiapella ha tocado una fibra sensible sin quererlo: el pueblo ya no quiere estandarización, sino diversión.