La bandeja de entrada del correo electrónico o la carpeta de mensajes del móvil se han convertido en un campo de batalla silencioso donde la confianza del ciudadano medio es el principal objetivo de los ciberdelincuentes. Llegan a diario, camuflados entre notificaciones legítimas y publicidad, intentando colarnos un gol por la escuadra aprovechando un despiste o una preocupación; el último y más persistente de estos ataques se viste con los colores de una empresa que todos conocemos y utilizamos, buscando ganarse nuestra credulidad con un pretexto que suena, en principio, plausible, una estafa que explota la familiaridad que tenemos con servicios esenciales como los que ofrece Correos. Pocas cosas generan tanta inquietud como un aviso sobre un paquete que podría estar en tránsito, especialmente si no esperamos nada, activando una curiosidad o una leve preocupación que los timadores saben explotar con maestría para llevarnos a su terreno.
Este tipo de engaños, técnicamente conocidos como phishing, se perfeccionan día a día, volviéndose más sofisticados en su apariencia y en su mensaje, dificultando cada vez más su identificación para el ojo no experto, una amenaza constante que nos obliga a estar en guardia permanente en un entorno digital donde la validación de la identidad del remitente se ha vuelto una tarea sorprendentemente compleja. La promesa de un paquete, real o imaginario, actúa como el cebo perfecto para un público amplio, apelando a la expectativa de recibir algo, ya sea una compra online o un envío de un familiar o amigo, y utilizando esa expectativa como palanca para inducir a la acción sin pensar demasiado en las posibles consecuencias, cayendo así en la trampa de un fraude diseñado para robar algo mucho más valioso que una pequeña cantidad de dinero.
1LA MAESTRÍA DEL ENGAÑO: ASÍ SE CAMUFLA LA TRAMPA DEL PAQUETE

El modus operandi de esta estafa es engañosamente simple, pero efectivo por su capacidad de mimetizarse con las comunicaciones legítimas de servicios de paquetería que todos usamos con asiduidad. Recibes un mensaje, ya sea por correo electrónico o SMS, con un remitente que a simple vista parece oficial, utilizando logos y un lenguaje similar al de una empresa de transportes reconocida, creando una primera impresión de autenticidad que reduce las barreras de desconfianza del receptor desprevenido ante un aviso aparentemente rutinario. El contenido del mensaje suele ser directo y alarmante: hay un paquete a tu nombre, pero su entrega está paralizada o retenida por algún motivo, generalmente relacionado con tasas de aduana o gastos de envío insuficientes, un problema menor que requiere una acción inmediata por tu parte para ser solucionado.
El anzuelo final se presenta en forma de un enlace directo, un «call to action» claro que te invita a hacer clic para, supuestamente, resolver el problema, consultar los detalles del envío, pagar la pequeña cantidad requerida o actualizar tus datos de entrega, dirigiéndote sutilmente hacia una página web falsa que imita a la perfección el sitio oficial de la empresa suplantada y que está diseñada para que introduzcas información sensible. La cantidad solicitada para «liberar» el paquete es deliberadamente baja, a menudo apenas uno o dos euros, una cifra que parece insignificante comparada con el valor percibido del paquete retenido, haciendo que el usuario sea menos reacio a completar el pago y caiga de lleno en la fase de extracción de datos personales y bancarios por parte de los estafadores.