Con el calor apretando, es difícil resistirse a la idea de comer helado cada día para mantenerse fresco y alegre, pero quizá esa costumbre inocente esconda más riesgos de los que imaginamos. Después de todo, resulta tentador convertir el helado en la merienda habitual sin prestar atención a sus efectos a largo plazo.
Aunque en verano asociamos el postre frío a momentos de felicidad, expertos en nutrición advierten que comer helado de forma habitual puede desequilibrar tu organismo y disparar problemas que no aparecerán de inmediato. Conocer la otra cara de esta práctica te ayudará a disfrutar sin comprometer tu salud.
3Grasa saturada y colesterol al alza

Aunque aporta placer, el helado contiene una proporción elevada de grasas saturadas que elevan el colesterol LDL. Este perfil lipídico es especialmente perjudicial cuando se repite el consumo a diario y con porciones generosas.
Esa acumulación de grasas malas puede acelerar la formación de placas arteriales, aumentando la probabilidad de sufrir problemas cardiovasculares con el paso de los años. Así, la indulgencia estival se convierte en un factor de riesgo silente para tu corazón el hecho de comer tanto helado.