Con el calor apretando, es difícil resistirse a la idea de comer helado cada día para mantenerse fresco y alegre, pero quizá esa costumbre inocente esconda más riesgos de los que imaginamos. Después de todo, resulta tentador convertir el helado en la merienda habitual sin prestar atención a sus efectos a largo plazo.
Aunque en verano asociamos el postre frío a momentos de felicidad, expertos en nutrición advierten que comer helado de forma habitual puede desequilibrar tu organismo y disparar problemas que no aparecerán de inmediato. Conocer la otra cara de esta práctica te ayudará a disfrutar sin comprometer tu salud.
1Azúcar y salud dental en entredicho… ¿es bueno comer helado?

El contenido de azúcar en la mayoría de los helados es tan elevado que, al derretirse en la boca, crea un caldo de cultivo perfecto para las bacterias bucales. La exposición continua al azúcar refinado puede atacar el esmalte dental, provocando caries y sensibilidad crónica.
Aunque disfrutes del sabor, cada cucharada refuerza la posibilidad de sufrir una erosión progresiva en los dientes que requerirá tratamientos costosos y dolorosos. Por ello, mantener el consumo moderado se convierte en una cuestion de cuidado bucal esencial: no hay que comer helado en grandes cantidades.