En el complejo entramado laboral actual, donde la estabilidad parece un bien cada vez más escaso, la sombra de la incertidumbre planea sobre muchos trabajadores. La posibilidad de un despido es una preocupación latente, especialmente cuando la empresa atraviesa momentos de cambio o reestructuración, generando un ambiente de nerviosismo que puede ser difícil de gestionar. Sin embargo, las decisiones drásticas en el ámbito laboral raramente surgen de la nada, como un truco de magia inesperado, sino que suelen ir precedidas de una serie de señales que, si se saben interpretar, pueden ofrecer una valiosa anticipación.
No obstante, estas decisiones trascendentales raramente surgen de la nada, como un rayo en cielo sereno, sino que suelen ir precedidas de una serie de señales, a veces sutiles y otras más evidentes, que actúan como precursores de la tormenta. Identificar estos indicios a tiempo, esas pequeñas pistas que la empresa puede ir dejando consciente o inconscientemente, puede marcar la diferencia entre ser arrastrado por la corriente o navegar hacia aguas más seguras, con la preparación adecuada para afrontar lo que venga.
2LA DANZA DE LAS TAREAS: CUANDO TU ROL SE DESDIBUJA Y LOS PROYECTOS TE ESQUIVAN

Uno de los indicadores más tangibles de que una empresa podría estar considerando prescindir de un empleado es la modificación sustancial de sus responsabilidades o la exclusión paulatina de proyectos estratégicos a largo plazo. Si de repente te ves asignado a tareas menores, aquellas que nadie más quiere, que carecen de visibilidad o que están muy por debajo de tu cualificación, o si los proyectos importantes y estimulantes empiezan a esquivarte sistemáticamente, es momento de encender las alertas rojas.
Esta marginación paulatina se agudiza cuando la mayoría de tus asignaciones se vuelven de carácter inmediato, con plazos muy ajustados y sin una proyección clara de futuro, lo que sugiere que la organización no te contempla en sus planes venideros ni invierte en tu desarrollo. Es como si te mantuvieran ocupado en el día a día, en una especie de limbo productivo, mientras, en paralelo, se decide tu porvenir sin contar con tu participación o perspectiva, algo que ninguna empresa debería hacer sin una comunicación previa.