El palacio de los Luján de La Promesa se convierte, nuevamente, en una tormenta perfecta. El capítulo de este jueves de la ficción española contiene sorpresas que cambiarán lealtades y despedazarán máscaras. Alonso, el Marqués, ha decidido que basta de sutilezas: su yerno, Lisandro, atenderá una solicitud que no se esperará, mientras Manuel, lejos de estallar en ira o de ceder a la provocación, avanza por una trampa silenciosa para que su hijo Toño se acabe viendo envuelto en su propio engaño.
Por su parte, las esmeraldas falsas desvanecen las esperanzas de Curro y Lope y Leocadia avanza como una sombra canalla, manipulando a una Eugenia cada vez más frágil. En este juego de ajedrez, nadie mueve ficha sin consecuencias y eso va a quedar más que claro en el próximo capítulo de La Promesa.
2UNA MENTIRA QUE SE DEVORA A SÍ MISMA

La revelación que hace Burdina en La Promesa respecto de la farsa que habría sido Toño deja a Manuel herido, claro. Pero sigue en pie. En lugar de enfrentarse a su hijo a gritos, ideará un plan más sutil: quiere hacer que Toño caiga en la misma red de mentiras en la que se ha ido enredando poco a poco. Manuel sabe que la humillación pública sería una fortuna cuya recompensa se evaporaría pronto; el padre quiere que sea su hijo quien, por su conciencia o incluso por su torpeza, se siente al borde del abismo y acabe por traicionarse.
Toño, sin embargo, no es tan ingenuo como parece. Ha crecido en un mundo donde el instinto de supervivencia es más importante que la ingenuidad, e intuye que su padre está tramando algo. ¿Adoptará el papel de presa a la espera de que caiga la mentira, o bien contraatacará con otra mentira aún mayor? La tensión entre los dos es tan palpable que cada conversación inocente se convierte en un ir y venir de miradas y de medias palabras. Dentro de esta casa, el silencio también grita.
Paralelamente, Burdina permanece a la expectativa, en las sombras. Él disfruta de esa situación que ha creado, ya que no es más que una diversión, una especie de juego cruel que tiene a la gente como piezas. Aunque los propios espectadores pueden ser las víctimas de dicho juego, incluso aún viviendo ese tipo de situación. ¿Qué sucederá cuando Manuel se dé cuenta de que quien ha estado moviendo los hilos, tras la escena de la depravación espantosa que ha presenciado, ha sido Burdina?