sábado, 19 julio 2025

El truco fácil para evitar el fraude con tarjetas de crédito que tiene en vilo a media España

En el vertiginoso compás de la vida moderna, donde la inmediatez y la comodidad marcan el ritmo de nuestras transacciones diarias, el dinero en efectivo ha cedido gran parte de su protagonismo a los métodos de pago electrónicos, transformando radicalmente la forma en que gestionamos nuestras finanzas y realizamos nuestras compras. Sin embargo, detrás de la aparente sencillez que ofrecen las tarjetas de crédito y débito, se esconde un universo de vulnerabilidades que, de no ser atendidas con la debida diligencia y un conocimiento mínimo de los riesgos, pueden transformar una operación rutinaria, por insignificante que parezca, en un verdadero quebradero de cabeza para el consumidor.

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La confianza depositada en estos pequeños rectángulos de plástico es inmensa, y su uso se ha vuelto tan intrínseco a nuestra existencia que, a menudo, olvidamos los riesgos latentes asociados a cada movimiento que realizamos con ellas. Parece una ironía que, mientras las infraestructuras bancarias invierten ingentes recursos en sistemas de seguridad complejos y en sofisticados algoritmos de detección de fraudes, la clave para salvaguardar nuestro patrimonio resida, en ocasiones, en un gesto tan simple y obvio que pasa desapercibido para la mayoría, un truco fácil que podría ahorrar sustos y proteger las finanzas de miles de hogares españoles.

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CUANDO EL PELIGRO ESTÁ DONDE MENOS LO ESPERAS: TPVS Y DISPOSITIVOS MÓVILES

Fuente Pexels

El momento de pagar en un establecimiento comercial, aunque parezca el más seguro y habitual en nuestra rutina, es precisamente cuando la guardia debe estar más alta, especialmente si el Terminal Punto de Venta (TPV) no está al alcance o a la vista del usuario. En cafeterías, restaurantes, gasolineras o pequeñas tiendas donde el dispositivo se aleja de la mesa o el mostrador para ser manipulado por terceros, se crea una ventana de oportunidad perfecta para que un individuo con malas intenciones pueda copiar rápidamente los datos de la tarjetas de crédito, ya sea mediante un pequeño dispositivo ‘skimmer’ oculto, o simplemente memorizando los números y el CVV, o utilizando un teléfono móvil con alguna aplicación maliciosa capaz de leer bandas magnéticas o chips en cuestión de segundos.

La recomendación de la Guardia Civil es clara y contundente, una pieza fundamental en la estrategia de prevención que cada ciudadano debería adoptar: si el TPV no está visible o accesible para el control directo del titular, el cliente tiene todo el derecho y la obligación de solicitar un lector móvil que permita la transacción frente a sus ojos, sin que la tarjeta abandone nunca su mano. Esta simple medida, lejos de ser una molestia, evita que las tarjetas de crédito queden expuestas fuera de su campo de visión y control directo, cerrando una de las vías más expeditas para la comisión de fraudes presenciales y la clonación instantánea, que, aunque parezcan de la vieja escuela, siguen siendo sorprendentemente eficaces para los ciberdelincuentes menos tecnológicos, pero muy hábiles en el engaño y el robo de datos.


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