El martes 27 de mayo, La Promesa nos presenta a un capítulo en el que se destrozan las lealtades y las ambiciones aparecen disfrazadas de pactos. Leocadia, siempre fría, ha dado con los recién nacidos de Catalina y Adriano como la clave para su siguiente paso. Lo que pasa por ser un pacto con el duque de Carvajal y Cifuentes se revela como una jugada en la que los inocentes sirven como moneda de cambio.
A la vez que las verdades ocultas empiezan a quebrarse: Jacobo es desenmascarado por Curro; Eugenia no para en su lucha contra los efectos del Laudano; Martina lleva a cabo una duda entre su promesa hecha al duque. En este capítulo, nadie queda libre de las mentiras que habitan en los muros de La Promesa.
3EL SUFRIMIENTO DE EUGENIA Y RICARDO

En La Promesa, Eugenia continúa siendo la víctima de los ataques de Laudano urdidos por Lorenzo y Leocadia. Sus alucinaciones se producen cada vez con más asiduidad, los habitantes de La Promesa empiezan a murmurar acerca de su locura. ¿Podrá resistir, o se convertirá en otra víctima del juego de Leocadia? Lorenzo sigue contemplando con frialdad la marcha de su plan, sin preocuparse por el daño que produce.
En sus momentos de lucidez, Eugenia hace un último intento por deshacerse de las sombras que la persiguen. Recuerda trozos de conversaciones, teme que la estén envenenando, pero, ¿quién le creería? Los sirvientes rehúyen su mirada, e incluso su propio hermano parece distante. Si no encuentra ayuda pronto, su mente podría romperse para siempre. Mientras tanto, Leocadia sigue controlando los hilos, velando porque nadie interrumpa su espeluznante plan.
En otra de las habitaciones de la hacienda, Ricardo se aferra a la esperanza de que Santos regrese, aunque la ausencia de su hijo, a medida que pasan los días, mantiene su peso elevado. En un momento de baja autoestima, el mayordomo se abre con Pía y le relata el dolor de su vida. «No sé si podré perdonarme si no vuelve», reconoce emitiendo una parte de sí mismo que han conocido pocos.
Pía, conmovida, se interroga sobre si habrá posibilidad de una reconciliación o si el destino ya les ha elegido; en el momento que Santos ignora que su padre lo llora en silencio. ¿Volverá alguna vez para cicatrizar las viejas heridas?