martes, 3 junio 2025

La OMS alerta: cuál será la nueva pandemia que nos hará enfermar a todos y no tiene que ver con virus

La resaca emocional y física de la reciente pandemia de COVID-19 aún perdura en la memoria colectiva, una experiencia que nos hizo tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad ante amenazas sanitarias globales de un modo que pocos imaginaban posible. Pero cuando creíamos que el principal frente de batalla estaría siempre protagonizado por virus emergentes, la OMS nos obliga a girar la mirada hacia un horizonte diferente, uno donde los enemigos son más difusos pero igualmente, o incluso más, peligrosos a largo plazo, tejiendo una red de riesgos que ya está impactando nuestra salud de formas que apenas empezamos a comprender.

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Se trata de una advertencia que va más allá del típico patógeno infeccioso que salta de una especie a otra y desencadena una crisis sanitaria aguda y visible. Estamos ante un conjunto de fenómenos, algunos larvados durante décadas, que están convergiendo para crear un escenario de «pandemia» crónica y multifactorial, una amenaza que no se combate con una simple vacuna o un confinamiento, sino con un cambio profundo en nuestra manera de vivir, de producir y de relacionarnos con el planeta. La inquietud que transmiten los expertos no es baladí, pues nos enfrentamos a desafíos que requieren una respuesta coordinada y sostenida en el tiempo, una maratón en lugar de un sprint, si queremos evitar que el futuro nos depare un estado de enfermedad casi permanente.

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UN FUTURO COMPLEJO: LA INTERCONEXIÓN DE AMENAZAS Y EL LLAMAMIENTO DE LA OMS A LA ACCIÓN

Fuente Pexels

Lo verdaderamente alarmante del panorama actual es la intrincada red de interconexiones entre estas diversas amenazas sanitarias, ya que la resistencia antimicrobiana puede complicar el tratamiento de las enfermedades no transmisibles, y el cambio climático puede exacerbar ambas, creando un círculo vicioso de deterioro de la salud global. Por ejemplo, el estrés térmico provocado por olas de calor puede agravar las patologías cardiovasculares preexistentes, y la alteración de los ecosistemas puede favorecer la aparición de nuevas zoonosis que, a su vez, podrían volverse más difíciles de tratar debido a la resistencia a los fármacos, por lo que la OMS insiste en la necesidad de un enfoque «Una Salud» que reconozca la interdependencia entre la salud humana, la sanidad animal y el medio ambiente.

Ante este escenario complejo y desafiante, la preparación, la prevención y la cooperación internacional se antojan más cruciales que nunca, y es aquí donde la OMS juega un papel fundamental como organismo rector y coordinador de la respuesta global. Fortalecer los sistemas de atención primaria, invertir en vigilancia epidemiológica, promover estilos de vida saludables, combatir la desinformación y asegurar un acceso equitativo a los avances médicos son algunas de las líneas de actuación prioritarias, pues solo a través de un compromiso colectivo y sostenido, siguiendo las directrices de la OMS, podremos aspirar a mitigar el impacto de estas «pandemias» silenciosas y construir un futuro más saludable y resiliente para todos. La OMS no ceja en su empeño de recordarnos que la salud es una inversión, no un gasto, y que la inacción actual tendrá costes mucho mayores mañana; la OMS sigue siendo la brújula que guía los esfuerzos globales por un bienestar compartido.

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