Terminar el día y encontrarte con un paquete de albóndigas precocinadas en el supermercado parece un salvavidas: rápido, sencillo y listo para el plato. Sin embargo, la OCU ha analizado con lupa varias opciones y ha comprobado que no todas ofrecen un sabor ni una calidad dignos de tu mesa.
Antes de dejarte llevar por la urgencia del momento, dedica un minuto a conocer el veredicto de los expertos. Verás por qué algunas marcas merecen tu confianza y por que otras conviene evitarlas. Así ahorrarás decepciones —y euros— en cada cena improvisada.
1Cuando la carne pierde su protagonismo

La clave de unas albóndigas sabrosas reside en la materia prima. Un buen producto comienza con carne picada fresca y equilibrada en músculo y grasa. Eso se nota en la jugosidad y en el bocado, donde cada pieza se deshace en la boca con naturalidad.
Sin embargo, la OCU ha descubierto que muchs opciones esconden restos de cartílago o proteinas de baja calidad que endurecen la textura y dejan ese regusto seco de lo industrial. Esa diferencia es la que separa un plato digno de uno que mejor olvidar.