Los malos resultados de BP en los últimos tiempos, producto de la volatilidad del mercado del crudo y de su propia deriva estratégica, han resucitado la especulación sobre una posibilidad que hace años habría sido calificada de disparate: que la antigua British Petroleum, coloso histórico del negocio petrolero, sea devorada por un pez aún más grande.
La firma de inversión alemana Berenberg ha dedicado un extenso informe dedicado a la eventual fusión entre ambas compañías. El documento, al que MERCA2 ha tenido acceso, parte de la premisa de que sigue siendo «poco probable» que se concrete tal escenario, a pesar de las dificultades que atraviesa BP, y perfila las características que tendría que reunir el acuerdo para que Shell pueda ‘digerir’ con garantías semejante activo.
«Creemos que la dirección de BP probablemente se resistiría a una fusión, lo que complicaría la posibilidad de alcanzar un acuerdo», previene el informe, deslizando que cualquier acercamiento por parte de Shell estaría lejos de ser un cortejo, tratándose más bien de una ‘posesión infernal’.
BP SERÍA UN TRAGO AMARGO
«Aunque BP probablemente recibiría una prima sobre la relación actual de acciones si se produjera una fusión, creemos que el mercado recompensaría a Shell por una operación en acciones a medio plazo si la estrategia combinada resultara convincente», señala Berenberg. Este aspecto, el de sacar adelante una operación que pase los filtros del mercado, es la parte más difícil.
La situación financiera de BP, explica el informe, sigue siendo un «obstáculo» para una posible operación. BP tiene un nivel de apalancamiento significativamente mayor que Shell, con una deuda bruta de 71.000 millones de dólares (63.000 millones de euros) al final de 2024 incluyendo arrendamientos, y de 88.000 millones de dólares (78.000 millones de euros) incluyendo bonos híbridos. Este apalancamiento, considera Berenberg, «reduce la generación de flujo de caja libre».
«Creemos que cualquier oferta de fusión se realizaría probablemente íntegramente en acciones y no en efectivo, lo que permitiría a Shell mantener la solidez de su balance» -prosigue el informe- «Creemos que los accionistas de BP estarían dispuestos a participar en una operación de este tipo si se dan las condiciones adecuadas».
EL FLUJO DE CAJA SERÁ CLAVE EN CUALQUIER AMAGO DE OPERACIÓN
El director ejecutivo de Shell, Wael Sawan, ha sido tajante al declarar que la empresa no tiene prisa por realizar fusiones y adquisiciones, y que cualquier operación debe competir con la recompra de acciones de Shell como uso de capital. Asimismo, ha indicado que Shell solo consideraría atractiva una operación si esta logra generar un aumento del flujo de caja libre por acción.
«Según nuestras estimaciones iniciales, la fusión de ambas compañías no incrementaría el flujo de caja libre por acción de Shell, que actualmente sigue teniendo un rendimiento superior en términos de flujo de caja libre disponible para los accionistas, antes de cualquier prima de fusión», advierte el análisis, que señala esta métrica como uno de los mayores impedimentos en una eventual negociación.
LA FUSIÓN CON BP NO AUMENTARÍA EL FLUJO DE CAJA LIBRE DE SHELL, AUNQUE BERENBERG CONCEDE LA POSIBILIDAD DE QUE SE LLEVEN A CABO «SINERGIAS» QUE IMPULSEN ESTA MÉTRICA
Según las estimaciones de Berenberg, BP tendría que aumentar su flujo de caja libre en unos 5.000 millones de dólares anuales (alrededor de 4.300 millones de euros) de forma sostenible para que la operación fuera atractiva en estos términos.
El informe, eso sí, concede la posibilidad de «sinergias» que impulsen el flujo de caja libre: «Creemos que podrían anunciarse reducciones de costes por un valor aproximado de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares con una fusión, incluyendo menores gastos de capital, menores costes financieros y ahorros operativos».
UNA FUSIÓN DE ALTO RIESGO, PERO POSIBLE
En cualquier caso, una operación de tal calibre, asuma la forma que asuma, entraña serios riesgos para Shell. Berenberg destaca que, de dar el paso, la dirección de la compañía estaría lanzando un órdago, ya que el equipo directivo lleva dos años centrado en la tarea de transformar la estructura de la entidad para hacerla más competitiva.
Por otro lado, la fusión se enfrentaría a duros obstáculos políticos y de competencia, aunque el informe considera que son «superables»: «Anticipamos que cualquier resistencia podría superarse si Shell se compromete a mantener su sede en el Reino Unido», señala. En cuanto a la autorización por parte de las autoridades de competencia, «podría requerir algunas ventas de activos en determinadas ubicaciones, pero en nuestra opinión no representaría una barrera significativa para la fusión».