La preocupación por las arrugas es casi tan antigua como el ser humano, una batalla constante contra el paso del tiempo que se libra en muchos frentes, y uno de ellos, sorprendentemente, es nuestra propia cama. Resulta que la forma en que decidimos dormir cada noche podría estar añadiendo líneas de expresión a nuestro rostro sin que apenas nos demos cuenta, convirtiendo nuestro descanso en un aliado inesperado del envejecimiento cutáneo si no tomamos ciertas precauciones.
Piénsalo bien: pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida con la cabeza apoyada en la almohada, un tiempo considerable durante el cual la piel puede sufrir presiones y fricciones que, noche tras noche, van dejando su huella. La buena noticia es que, al igual que elegimos cremas y tratamientos, también podemos elegir cómo dormir para minimizar este impacto, y descubrir ese pequeño truco puede marcar una gran diferencia al mirarnos al espejo cada mañana, buscando esa anhelada piel lisa y descansada.
3LA POSTURA ESTRELLA: DORMIR BOCA ARRIBA, EL SECRETO MEJOR GUARDADO

La solución más eficaz para evitar estas arrugas inducidas por la postura es, sin duda, acostumbrarse a dormir boca arriba, también conocida como la postura supina. Al mantener la espalda sobre el colchón y la cara mirando hacia el techo, evitamos cualquier tipo de presión o fricción directa sobre el rostro, permitiendo que la piel descanse y se regenere sin ser aplastada o estirada durante la noche, lo que a largo plazo se traduce en menos líneas de expresión relacionadas con el descanso.
Adoptar esta postura puede requerir un periodo de adaptación, especialmente si llevamos años durmiendo de lado o boca abajo, pero los beneficios van más allá de la estética facial. Dormir boca arriba también puede ayudar a mantener una correcta alineación de la columna vertebral y reducir problemas como el reflujo ácido, así que los esfuerzos por cambiar este hábito pueden tener recompensas múltiples para nuestra salud y bienestar general, además de para nuestra piel.