sábado, 24 mayo 2025

La postura al dormir que te da más arrugas: el truco para amanecer con la piel lisa

La preocupación por las arrugas es casi tan antigua como el ser humano, una batalla constante contra el paso del tiempo que se libra en muchos frentes, y uno de ellos, sorprendentemente, es nuestra propia cama. Resulta que la forma en que decidimos dormir cada noche podría estar añadiendo líneas de expresión a nuestro rostro sin que apenas nos demos cuenta, convirtiendo nuestro descanso en un aliado inesperado del envejecimiento cutáneo si no tomamos ciertas precauciones.

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Piénsalo bien: pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida con la cabeza apoyada en la almohada, un tiempo considerable durante el cual la piel puede sufrir presiones y fricciones que, noche tras noche, van dejando su huella. La buena noticia es que, al igual que elegimos cremas y tratamientos, también podemos elegir cómo dormir para minimizar este impacto, y descubrir ese pequeño truco puede marcar una gran diferencia al mirarnos al espejo cada mañana, buscando esa anhelada piel lisa y descansada.

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DESCIFRANDO LAS ARRUGAS DEL SUEÑO: NO TODAS SON IGUALES

Fuente Pexels

Es fundamental distinguir entre los diferentes tipos de arrugas para entender cómo abordarlas correctamente; no es lo mismo una pata de gallo fruto de miles de sonrisas que una línea vertical en la mejilla que solo aparece por la mañana. Las arrugas de expresión son el resultado natural de nuestras gesticulaciones, mientras que las arrugas del sueño, son líneas que se graban en la piel por la fuerza mecánica de estar aplastada contra una superficie, y su prevención requiere un enfoque diferente, centrado en cómo interactuamos con nuestra almohada al dormir.

Con el paso de los años, la capacidad de la piel para recuperarse de esta presión disminuye significativamente, lo que significa que esas marcas temporales que veíamos en la juventud pueden empezar a quedarse. Si a esto le sumamos factores como la deshidratación o una menor producción de colágeno, el escenario se complica, haciendo que las posturas incorrectas al dormir se conviertan en un acelerador del envejecimiento cutáneo visible, especialmente en las zonas donde la piel es más delicada.


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