viernes, 23 mayo 2025

Descubre el pueblo leonés que conserva la tradición única de los antruejos y un carnaval pagano declarado Patrimonio Inmaterial por la UNESCO

En las entrañas de la provincia de León, donde el tiempo parece discurrir a un ritmo distinto y las tradiciones se aferran con la tenacidad de las raíces antiguas, existe un lugar que cada invierno despierta de un letargo ancestral para celebrar la vida con una explosión de color y algarabía. Este pueblo leonés, Velilla de la Reina, se convierte en el epicentro de una manifestación cultural única, un carnaval pagano que hunde sus orígenes en rituales inmemoriales y que hoy ostenta el prestigioso reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, un galardón que comparte con otras mascaradas de invierno de la península ibérica.

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La magia de los antruejos de Velilla no reside únicamente en su espectacularidad visual, sino en la profunda conexión que sus habitantes mantienen con un legado transmitido de generación en generación, un hilo invisible que une el presente con un pasado donde lo místico y lo terrenal danzaban al mismo son. Visitar este enclave durante sus fiestas es sumergirse en un torbellino de sensaciones, donde el sonido de los cencerros y las gaitas se mezcla con el aroma a leña quemada y el murmullo de leyendas susurradas, invitando a propios y extraños a formar parte de un ritual que trasciende la mera celebración para convertirse en una auténtica experiencia vital.

VELILLA DE LA REINA: CUNA DE ANTRUEJOS ANCESTRALES Y TRADICIÓN VIVA

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En el corazón del Páramo Leonés, no muy lejos de la capital provincial, se encuentra Velilla de la Reina, una localidad que a primera vista podría parecer una más de las muchas que salpican la geografía castellana, pero que esconde un tesoro cultural de valor incalculable. Este pueblo leonés ha sabido preservar con celo una de las manifestaciones más genuinas y arcaicas del carnaval rural, los antruejos, una festividad que se celebra con pasión y que atrae a curiosos y estudiosos de las tradiciones populares, ansiosos por presenciar un espectáculo que parece detenido en el tiempo.

Los preparativos comienzan mucho antes de que las calles se llenen de personajes estrafalarios y sonidos atronadores, demostrando la dedicación y el esfuerzo comunitario que requiere mantener viva una tradición de esta envergadura. Cada máscara, cada traje, cada cencerro es cuidadosamente preparado, a menudo siguiendo técnicas artesanales transmitidas oralmente, lo que confiere a cada elemento un valor añadido y una autenticidad que se palpa en el ambiente festivo. Este arraigo profundo es lo que ha permitido que los antruejos de Velilla de la Reina no solo sobrevivan al paso del tiempo, sino que se revitalicen y ganen reconocimiento más allá de sus fronteras comarcales, convirtiéndose en un referente del carnaval tradicional.

LOS PERSONAJES DEL ANTRUEJO: GUIRRIOS, MADAMAS Y LA DANZA DE LOS TOROS

El antruejo de Velilla de la Reina no sería lo mismo sin su particular elenco de personajes, cada uno con un simbolismo y una función específicos dentro del ritual festivo, creando un universo propio que fascina a quien lo contempla. Los guirrios, figuras centrales y demoníacas, son sin duda los más icónicos, ataviados con espectaculares máscaras demoníacas, pieles de animales y grandes cencerros que anuncian su llegada con estruendo, persiguiendo a mozas y espectadores con sus tenazas o vejigas hinchadas en una representación caótica y fertilizante.

Junto a ellos, las madamas, vestidas con elegantes trajes blancos y sombreros adornados con flores y cintas de colores, representan la pureza y la primavera, aportando el contrapunto sereno y ordenado a la algarabía de los guirrios, mientras que otros personajes como «los toros», armazones que simulan al animal, añaden un elemento de juego y desafío a la celebración.

La interacción entre estos personajes es fundamental para entender la esencia del antruejo, una representación que simboliza la lucha entre el invierno y la primavera, el caos y el orden, la oscuridad y la luz. Los guirrios, con su aspecto fiero y su comportamiento provocador, buscan alterar la tranquilidad, mientras que las madamas intentan mantener una cierta armonía, en una danza simbólica que se desarrolla por las calles del pueblo leonés. La participación de «los toros», que embisten y juegan con el público, añade un componente de diversión y participación activa, involucrando a todos los presentes en esta catarsis colectiva que precede a la Cuaresma, un verdadero tesoro etnográfico que este pueblo leonés ha sabido mantener.

UN PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD QUE TRASCIENDE FRONTERAS

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El reconocimiento por parte de la UNESCO en 2015, como parte de las «Mascaradas de invierno de la península ibérica», supuso un espaldarazo definitivo para los antruejos de Velilla de la Reina, situándolos en el mapa mundial de las tradiciones culturales más valiosas y necesitadas de protección. Esta distinción no solo ha incrementado el interés turístico y mediático por este pueblo leonés, sino que también ha reforzado el orgullo de sus habitantes y su compromiso con la salvaguarda de este legado, asegurando que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando y participando de esta fiesta ancestral. La labor de las asociaciones culturales locales ha sido crucial en este proceso, investigando, documentando y difundiendo la riqueza de sus tradiciones.

La declaración de Patrimonio Inmaterial implica una responsabilidad compartida, no solo para los vecinos de Velilla, sino también para las instituciones, de velar por la autenticidad y la continuidad de estas manifestaciones. El antruejo es mucho más que una simple fiesta; es un compendio de saberes, de rituales agrarios y de fertilidad, de cohesión social y de identidad comunitaria que se expresa a través de la máscara, la música y la danza. Gracias a este reconocimiento, el mensaje ancestral de los antruejos de este pueblo leonés resuena con más fuerza, recordándonos la importancia de preservar aquellas expresiones culturales que nos conectan con nuestras raíces más profundas y con la diversidad del ingenio humano.

EL IMPACTO DEL ANTRUEJO EN LA VIDA Y EL FUTURO DEL PUEBLO LEONÉS

Más allá del indudable valor cultural y etnográfico, los antruejos de Velilla de la Reina tienen un impacto significativo en la vida socioeconómica del pueblo leonés y su entorno, especialmente durante las fechas de su celebración. La llegada de visitantes, tanto nacionales como internacionales, supone un impulso para la hostelería local y los pequeños negocios, generando una actividad económica que, aunque concentrada en un periodo concreto, contribuye a dinamizar la comarca. Este flujo de personas también ayuda a dar a conocer otros atractivos de la zona, desde su patrimonio natural hasta su gastronomía, creando un círculo virtuoso que beneficia a la comunidad en su conjunto.

La preservación y promoción de los antruejos también se presenta como una herramienta para combatir la despoblación, un problema acuciante en muchas zonas rurales de España, incluido este rincón de León. El orgullo por una tradición única, el sentimiento de pertenencia a una comunidad que mantiene vivo un legado tan especial, puede ser un factor que anime a los jóvenes a permanecer en el pueblo leonés o incluso a retornar, viendo en la cultura y el turismo sostenible una oportunidad de desarrollo.

Los antruejos son, por tanto, no solo una ventana al pasado, sino también una puerta hacia un futuro en el que la tradición y la modernidad pueden coexistir y enriquecerse mutuamente, asegurando la pervivencia de este singular pueblo leonés.

LA EXPERIENCIA DE VIVIR EL CARNAVAL PAGANO: MÁS ALLÁ DE LA MERA OBSERVACIÓN

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Asistir al antruejo de Velilla de la Reina es mucho más que ser un simple espectador; es una invitación a sumergirse en una atmósfera cargada de energía, misterio y una alegría contagiosa que impregna cada rincón de este pueblo leonés. Desde el momento en que los primeros cencerros rompen el silencio invernal, uno se siente transportado a otra época, participando casi sin quererlo en un ritual que apela a los instintos más primarios. La cercanía de los personajes, la posibilidad de interactuar con ellos –siempre con respeto, claro está– y la sensación de formar parte de algo verdaderamente auténtico y ancestral, convierten la visita en una experiencia inolvidable.

Para comprender plenamente la magnitud de esta festividad, es recomendable no solo observar los desfiles y las representaciones, sino también intentar conocer la historia y el significado que se esconde detrás de cada máscara y cada ritual, ya que esto enriquece enormemente la percepción de lo que se está viviendo. Hablar con los lugareños, muchos de los cuales han participado en los antruejos desde niños, ofrece una perspectiva íntima y personal que no se encuentra en ninguna guía. Este carnaval pagano, tan celosamente guardado por este pueblo leonés, es una lección viva de historia, de comunidad y de cómo las tradiciones pueden seguir latiendo con fuerza en el corazón del siglo XXI, ofreciendo un espectáculo que maravilla al mundo.


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