domingo, 25 mayo 2025

‘La Promesa’: Leocadia y Lorenzo hacen todo lo posible para que Eugenia regrese al sanatorio

En el núcleo de La Promesa, la apariencia engaña más que nunca. La serie va trazando un argumento donde nadie es lo que parece y cada gesto encierra una segunda intención. Esta semana, los personajes de La Promesa se van moviendo como en un tablero de ajedrez donde las jugadas más sutiles pueden hacer estallar los dramas más grandes.

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Leocadia y Lorenzo han hecho de su astucia un potente artefacto para machacar a Eugenia, y otros intentan con suerte develar los misterios que lastraron sus pasados o proteger con uñas y dientes los amores incipientes. En este avance semanal las alianzas se forjan en la sombra, los secretos son como losas y el miedo a ser descubiertos deja paralizada a más de una de las mujeres de la serie.

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LOS FRÁGILES LAZOS DE LA PROMESA

'La Promesa': Leocadia y Lorenzo hacen todo lo posible para que Eugenia regrese al sanatorio
Fuente: RTVE

Emoción y temor son una unidad. Catalina y Adriano aplazan su: viaje para tener la certeza de que Lisandro se ha marchado para siempre. Su felicidad pende de un hilo. El día que están juntos es una situación próxima a perderse, pero al mismo tiempo es una fortuna que no están dispuestos a dejar escapar.

Más adentro del palacio, Manuel y Toño están celebrando su avance en cuanto a los motores de aviación, su proyecto en el que más juntos han estado en al menos tres años. La sombra del sargento Burdina acecha, por otro lado. Toño no puede disimular su nerviosismo cada vez que el guardia se acerca, y se teme a sí mismo porque podría descubrir su secreto.

Manuel, quien al parecer no puede evitarlo, se da cuenta de la inquietud de Toño, que no sabe si explorar lo que le pasa o confiar en lo que le dice el corazón. Emilia y Rómulo bordean la crisis mostrando que hasta las reconciliaciones más sinceras pueden desgastarse. Un malentendido vuelve a levantar muros entre ellos. El odio no es suficiente para sepultar el perdón. Ahora bien, la tensión entre ellos es palpable.

En un momento dado deberán decidir si luchar por lo que los une o dejar que las cosas fluyan por la corriente de lo que los separa. Catalina ha empezado a observar guiños furtivos hacia Adriano cuando creen que nadie los está mirando. Lisandro no es el único que puede haber tomado nota de esos guiños furtivos; ¿habrá algún otro que se sienta interesado en separarlos, en separarlos?

Adriano, por su parte, permanece en su línea argumentativa de que no hay motivo suficiente para alarmarse, pero Catalina tiene la sensación de que el peligro se acerca a ellos día tras día, poco a poco, como un lobo al acecho. Si La Promesa tiene que enseñarnos algo, es que las paredes tienen oídos y que los sirvientes tienen lenguas muy afiladas.

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