En el núcleo de La Promesa, la apariencia engaña más que nunca. La serie va trazando un argumento donde nadie es lo que parece y cada gesto encierra una segunda intención. Esta semana, los personajes de La Promesa se van moviendo como en un tablero de ajedrez donde las jugadas más sutiles pueden hacer estallar los dramas más grandes.
Leocadia y Lorenzo han hecho de su astucia un potente artefacto para machacar a Eugenia, y otros intentan con suerte develar los misterios que lastraron sus pasados o proteger con uñas y dientes los amores incipientes. En este avance semanal las alianzas se forjan en la sombra, los secretos son como losas y el miedo a ser descubiertos deja paralizada a más de una de las mujeres de la serie.
2EL ENIGMA DE LA JOYERÍA

A menudo, los pequeños detalles ocultan la verdad que se esconde en La Promesa. Curro y Lope vuelven de la Joyería Llop con más incertidumbre que conclusión. Lo que les mostró Esmeralda se asemeja a una pieza de un rompecabezas olvidada en un lugar del que no hay marcha atrás en su búsqueda. Cada objeto, cada palabra que cruzaron con él, podría ser la pieza que asegure resolver el caso de la muerte de Jana.
La desesperación tiñó sus miradas de una determinación férrea. Sabían que estaban desgastando algo importante como lo era un secreto, pero el tiempo corría en su contra. Cada uno, mientras Lope leía sobre libros, símbolos ocultos y pistas, Curro contaba las horas desde la hora a la que su madre corre riesgo. El pasado y el presente flirteaban con peligro, sabían los dos chicos que un paso en falso podría equivocarles.
En medio del torbellino de emociones, Curro busca a Eugenia pero su búsqueda está motivada en si se encuentra a salvo o no. El reencuentro de madre e hijo es breve e intenso; Eugenia parece haber recuperado parte de su serenidad a pesar de que la sorpresa ha sido grande. Lo que más le inquieta a Lope es el simbolismo oculto que aparece en la simbología de los dibujos de la joyería: hay golpes, dibujos repetidos que parecen aludir o indicar algo más relevante.
¿Podría tratarse de la manera de comunicarse para Jana de una manera oculta, incluso antes de morirse? O peor aún, ¿podría ser una advertencia para los que se atrevan a continuar investigando? En la noche anterior, Lope soñó con una figura encapuchada que le daba un medallón igual al que ellos han visto en el taller. Cuando se despertó, juró haber sentido el metal entre sus dedos. ¿Pero eso fue una coincidencia o una premonición?
Por otro lado, Esmeralda comienza a hacer raras las cosas. Desde la última vez que se encontraron, ella está evitando a Curro y a Lope, incluso cruza la acera cuando los ve. ¿Miedo o culpa? Hay algo que no les está contando y los dos están dispuestos a sacarle la verdad. El dueño de la joyería, un hombre de mirada gélida, parece vigilar cada movimiento de Esmeralda. Si ella habla, igual estaría firmando su sentencia. El juego se muestra más peligroso, ahora no solo buscan justicia para Jana, sino también estar vivos.