Dentro de la narrativa de Sueños de Libertad, el significado de cada gesto se encuentra siempre escondido, el sentido de cada palabra se desdobla en una segunda intencionalidad y un simple documento con poder de subversión puede cambiar el destino de cualquier cosa. El jueves se vuelve el día clave, ya que Andrés se encuentra, mientras rebusca entre las pertenencias de Jesús, con algo que puede cambiar el destino de la historia de la familia, de las historias de familia.
Por su parte, Don Pedro intenta que la imagen de patriarca de la familia con la que se ha presentado a lo largo de la obra continúe siendo la de un patriarca que es un hombre bueno. Pero Digna no es ya la mujer inocente e ingenua que era antes; su desconfianza puede desbaratar toda su relación en el próximo capítulo.
1DON PEDRO, EL REY DESNUDO

Don Pedro ha sido siempre un maestro de la manipulación en Sueños de Libertad, pero esta vez sus astucias tal vez le salgan más caras de lo que desea. Al intentar apropiarse el mérito de Begoña y a hacer que Digna crea que es él quien ha evitado que se vendan las acciones de Julia, el patriarca pone en entredicho la perspicacia de su prometida. Digna, no por ser una ingenua, como se presume que lo es, sino como mujer inteligente, nota el cambio, la transformación en la actitud de Pedro, lo que le lleva a cuestionar la relación que mantiene con él.
Y por primera vez, el patriarca se ve en la necesidad de pedir perdón, no por arrepentimiento, sino por pura necesidad. Pero el asunto no acaba así. Además de Digna, quien ha dejado de creer sus propias mentiras, Begoña también comienza a dejar de creer en ellas. Ella se da cuenta de que Pedro intenta subrayar su influencia sobre María, y empieza a mover su propia situación, sus propias piezas.
Hay algo peligroso en una mujer que ha dejado de tener miedo al hombre que en el fondo ha controlado todo. Y un Don Pedro que sí que es una amenaza para su familia —acostumbrados como están todos a la sumisión— no sabe mediar ante esta nueva resistencia, ante este nuevo reto. El miedo a la pérdida de control ante la posibilidad de ser un “Zorro” en la familia le lleva a cometer un error por antonomasia, que no es otro que humillar a Tasio y Marta en público.
En la penumbra, Andrés observa los distintos papeles de Jesús, con una cierta mezcla de escepticismo y emoción. Lo que ha hallado no es un secreto, sino una espada. Si Digna imaginaba que su mejor adversario era Digna incomodando la celebración de la boda o si el temor era Begoña empeñándose con María, Digna estaba muy equivocado/a. La verdadera bomba de la guerra es la que aguarda en esos papeles olvidados. Y, cuando estalle, ni sus fondos ni su orgullo podrán ayudarle.