jueves, 22 mayo 2025

‘La Promesa’: No hay vuelta atrás y Catalina ha decidido abandonar el palacio

La vida en La Promesa resulta un entramado de hilos invisibles que, al moverse, llegan a desvelar las heridas más profundas de sus gentes. Lo que como refugio de aristócratas y sirvientes enredados en la trama del azar llegó a considerarse, un polvorín de emociones. Catalina, la joven cuya existencia se vio trastocada en el momento de conocer su verdadero origen, ha tomado la decisión irreversible de dejar el palacio.

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Su marcha no es solo un hecho de rebeldía, sino un grito en la búsqueda de la libertad de aquel mundo que intentó hacer de ella lo que deseó. De hecho, la desaparición de Eugenia y su regreso culmina con el asombro de Alonso, que sufre el sentimiento de confusión amalgamada con la obsesión.

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MOTORES QUE IMPULSAN LA PROMESA

'La Promesa': No hay vuelta atrás y Catalina ha decidido abandonar el palacio
Fuente: RTVE

Manuel y Toño han hecho posible el milagro de haber revivido un proyecto que consideraban perdido en La Promesa. Sus motores, que antes eran un sueño muy lejano, en cambio, ahora rugen de vida, y Teresa no puede ocultar su admiración por el cuento que ya tiene preparado para contárselo a Simona. Hay algo más que chispas mecánicas en el taller; hay complicidad, una química que trasciende lo profesional.

Aún así, Simona, dolida, se siente reticente. Para ella, Toño es como esos motores: brillantes, pero también imprevisibles, que pueden arder en cualquier momento. «No quiero volver a confiar», le dice a Teresa mientras echa una ojeada con disimulo hacia Toño, que ajusta la pieza con manos expertas.

El temor a la reiteración es más fuerte que la curiosidad en el sentido de ser lo que podrían ser. Pero en sus ojos hay también una duda que las delata: ¿y si esta vez es diferente? Manuel y Toño han hecho posible el milagro de haber revivido un proyecto que consideraban perdido.

Sus motores, que antes eran un sueño muy lejano, en cambio ahora rugen de vida, y Teresa no puede ocultar su admiración por el cuento que ya tiene preparado para contárselo a Simona. Hay algo más que chispas mecánicas en el taller; hay complicidad, una química que trascende lo profesional. Aún así, Simona, dolida, se siente reticente.

Para ella, Toño es como esos motores: brillantes, pero también imprevisibles, que pueden arder en cualquier momento. «No quiero volver a confiar», le dice a Teresa mientras echa una ojeada con disimulo hacia Toño, que ajusta la pieza con manos expertas. El temor a la reiteración es más fuerte que la curiosidad en el sentido de ser lo que podrían ser. Pero en sus ojos hay también una duda que las delata: ¿y si esta vez es diferente?


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