Más allá del calcio y la vitamina D, esta vitamina K2 es esencial para la correcta absorción y fijación ósea, pero la mayoría de españoles la pasa por alto. Resulta casi paradójico que, con toda la información sobre salud y nutrición que manejamos hoy en día, un nutriente tan crucial para la fortaleza de nuestros huesos como es esta vitamina permanezca en una especie de segundo plano, casi olvidado por la gran mayoría.
Hablamos constantemente de la importancia del calcio para tener una estructura ósea sólida, casi como si fuera el único protagonista de la película de la densidad mineral; mencionamos la vitamina D como su socio indispensable para que el calcio se absorba en el intestino, algo fundamental sin duda, pero parece que se nos escapa una pieza clave en este complejo engranaje biológico, una vitamina que no solo ayuda a que el calcio llegue al torrente sanguíneo, sino que guía ese calcio para que vaya exactamente donde debe ir: al hueso y no, por ejemplo, a las arterias. Esta omisión tiene consecuencias, y es hora de poner el foco en este elemento subestimado, cuya relevancia para la salud ósea es cada vez más clara a ojos de los expertos.
1LA PIEZA DEL PUZZLE ÓSEO QUE SE NOS ESCAPA

Siempre hemos tenido claro el mensaje principal cuando se trata de cuidar nuestros huesos: hay que tomar calcio y hay que tomar sol para la vitamina D, y con eso parece que ya está todo hecho, que tenemos la receta maestra para evitar problemas como la osteoporosis o las fracturas en la edad adulta. Sin embargo, este enfoque, si bien fundamental y correcto en parte, omite una tercera pata, un elemento sin el cual la construcción y el mantenimiento de ese edificio que es nuestro esqueleto no se realiza de la manera más eficiente y segura posible, y ahí es donde entra en juego esta vitamina menos mediática pero igualmente poderosa. Piense en ello como si estuviera construyendo una casa: tiene los ladrillos (calcio) y la mano de obra que los trae a la parcela (vitamina D), pero necesita un capataz que dirija a esos obreros para que coloquen los ladrillos en las paredes y no, por ejemplo, apilados sin sentido en el jardín o, peor aún, dispersos por la calle, lo que podría causar problemas por donde no deben estar, como en las arterias o tejidos blandos.
Este nutriente discreto pero potentísimo es la vitamina K2, y su papel es precisamente el de ese capataz eficiente que asegura que el calcio se deposite donde realmente se necesita, garantizando la mineralización adecuada de los huesos y al mismo tiempo previniendo su calcificación inapropiada en otros lugares del cuerpo. Durante años, la conversación pública y médica se centró casi exclusivamente en la vitamina K1, conocida principalmente por su función en la coagulación sanguínea, un proceso vital sin duda, pero relegando a su pariente K2 a un segundo plano o, directamente, confundiéndolas, a pesar de que sus funciones en el cuerpo, aunque comparten nombre de familia, son marcadamente diferentes y específicas. Es vital entender que, aunque vienen del mismo linaje de vitaminas K, sus roles son tan distintos como los de un fontanero y un electricista en esa metáfora de la construcción.