martes, 20 mayo 2025

‘La Promesa’: Lisandro de Carvajal no llega precisamente haciendo amigos

En el propio centro de la historia de La Promesa, la mansión de los Carvajal pasa de un espacio fastuoso, con tradición acumulada, a un remanso de tensiones ocultas. Cada mirada y cada gesto esconden un cálculo o una traición.

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La llegada de Lisandro de Carvajal ha removido el agua, pero no es el único que empuja de la yedra del poder, o montando un plan de traición. Desde Eugenia reivindicando su lugar con valentía hasta Leocadia construyendo alianzas inesperadas, la serie pone en juego un arte de gobernar donde todo el mundo es culpable.

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EL INTRUSO QUE NADIE ESPERABA

'La Promesa': Lisandro de Carvajal no llega precisamente haciendo amigos
Fuente: RTVE

Lisandro no solo va a ser un personaje clave para La Promesa en el marco de las reuniones familiares, sino que va a venir a reescribir las reglas del juego del poder en la obra La Promesa. Su llegada no es anunciada mediante cualquier tipo de cortesía, sino mediante las exigencias por él mismo formuladas.

Las palabras que va a pronunciar parecen estar escritas en piedra; su mirada; por el contrario; fría, va a examinar quién es el que tiene derecho a estar formalmente a su lado y quién es el que, por contra, resulta ser absolutamente prescindible. Lisandro no es una persona que pida nada; va a ser una persona que se va a quedar con lo que considera como su pertenencia.

Quizás lo más alarmante de este comportamiento es que, tras la apacible fachada de su seguridad, transpire un miedo distinto, regido por el miedo a la posibilidad de ser retratado como un impostor en su propio juego. Leocadia; de modo sorpresivo, acaba demostrando que en el mundo de jerarquías inquebrantables sobre el que se erige La Promesa, hay huecos que permiten hacer colar a la humanidad.

Leocadia decide decidir ayudar a Manuel; un acto que no se entiende como un benevolente gesto de la persona que se encuentra por encima de él, sino que se puede interpretar como un movimiento de ajedrez. ¿Pretende equilibrar la balanza de fuerzas que se oponen a Lisandro? ¿O está conversando a favor de otro/a?

Toño, en tanto, regresa con la determinación de quien es un hombre que ya no tiene nada que perder, pudiendo llegar a cuestionarse su inocencia, pero que ante la voluntad de lucha no tiene la más mínima posibilidad de prevalecer la duda. Y Lisandro, por su parte, observa, realiza cálculos, igual, tal vez menosprecia a aquellos que considera que controla.

Pero el verdadero medidor de su dominio se encuentra dentro de Eugenia, quien no se deja intimidar por la mirada opaca de Lisandro ni por las órdenes convertidas en sugerencias. Y ocupando el espacio de Lorenzo plantea un reto hacia su marido similar al que él lanza hacia Lisandro: «Aquí no todos temblamos ante ti».

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