Nunca duerme Valle Salvaje, y mucho menos cuando las piezas del tablero dejan de estar fijas y empiezan a moverse en direcciones insospechadas. La llegada de don Hernando ha hecho temblar las bases de la familia de Gálvez de Aguirre, sacando a la luz rencores ocultos, alianzas inesperadas y un proceso de lucha por el dominio que puede dejar victorias y derrotas irreparables.
Aquello que parecía solo un reencuentro familiar a la antigua ha devenido en una batalla campal en la que nadie puede sentirse seguro. El nuevo capítulo de la ficción española promete levantar opiniones de todo tipo.
2UNA GUERRA SILENCIOSA EN VALLE SALVAJE

Si hay alguien que sabe extraer el veneno de Valle Salvaje para transformarlo en perfume, esa es Úrsula. La tensión con Adriana ha llegado al límite, y esta vez las máscaras se han caído. Ahora, Adriana, herida y enfurecida, la acusa a viva voz ante todo el mundo de querer despojarla de su puesto. Pero Úrsula no responde al ataque: se hace la víctima. Y le funciona.
- «Si mi presencia os hace tanto daño, estoy dispuesta a irme», dice con la voz quebrada, puro teatro. Pero no se rinde: coloca a todo el mundo en jaque. Pedrito, que antes estaba con Adriana, ahora vacila, Rafael, en un giro de acontecimientos, la defiende, y Adriana, que es testigo de cómo se la traiciona, queda sola, hecha trizas por una batalla que ni siquiera sabía que tenía que librar.
- No se necesita gritar para ganar; Úrsula deja que sean los demás quienes hagan el trabajo por ella. Adriana se consume en la rabia, mientras su prima sigue y sigue tejiendo la red, anhelando su objetivo. En Valle Salvaje, la fuerza bruta nunca logra ganar a la astucia, y Úrsula lo sabe mejor que nadie.
- Pero entonces Adriana no quiere darse por vencida. La exposición pública la ha dejado al descubierto, pero a la vez ha despertado en ella una rabia helada, metódica. Si Úrsula va a jugar sucio, ella no se resistirá a hacer lo mismo. Empieza buscando aliados entre los rincones más extraños y recónditos, incluso entre las personas que despreciaba hábilmente antes.
- Mientras tanto, Úrsula sigue su camino. Su aparente fragilidad le ha hecho ganar la simpatía de los miembros de la familia, pero sigue ocultando su verdadero objetivo: Rafael. Con sus lágrimas muy bien dosificadas, con ninguno de los gestos de sumisión que le saldrán de más, empieza a ir envolviéndolo en su red, hacia mayor distancia de Adriana. Y lo peor es que él ni siquiera lo nota. Lo peor de todo es que en esta lucha de apariencias, Úrsula lleva la batuta, y eso Adriana lo sabe.