Que los niños duerman lo suficiente no es un simple capricho de los adultos: es esencial para su desarrollo cognitivo y emocional. Una noche reparadora permite al cerebro procesar la información aprendida, consolidar la memoria y regular las emociones, de modo que al día siguiente lleguen al colegio más concentrados y con mejor humor. Si tienen problemas para dormir, sin un descanso adecuado, es normal ver bostezos constantes, despistes en clase y una mayor irritabilidad, tal y como suele ocurrir en la adolescencia cuando cambia el reloj biológico.
Además, el sueño influye directamente en la salud física. Durante el descanso se secretan hormonas de crecimiento y reparación celular. Si los niños no descansan entre ocho y diez horas diarias, su sistema inmunitario se ve debilitado, y aumentan las probabilidades de enfermar. Por eso, lograr que duerman bien es una de las bases para que afronten la rutina escolar y extraescolar con energía y optimismo.
8La importancia del ejemplo parental

Los niños imitan lo que ven. Si los padres resptan sus propios horarios de descanso y practican hábitos saludables, los pequeños lo integrarán con más naturalidad. Evitar hacer llamadas o trabajar en la habitación cuando los niños se disponen a dormir envía un mensaje claro sobre la importancia del sueño.
Mostrar coherencia entre lo que se pide y lo que se hace es la mejor forma de fomentar el hábito. Compartir momentos de lectura o relajación fortalece la rutina familiar y refuerza la idea de que el descanso es algo que une más que separa: adiós a los problemas para dormir.