Que los niños duerman lo suficiente no es un simple capricho de los adultos: es esencial para su desarrollo cognitivo y emocional. Una noche reparadora permite al cerebro procesar la información aprendida, consolidar la memoria y regular las emociones, de modo que al día siguiente lleguen al colegio más concentrados y con mejor humor. Si tienen problemas para dormir, sin un descanso adecuado, es normal ver bostezos constantes, despistes en clase y una mayor irritabilidad, tal y como suele ocurrir en la adolescencia cuando cambia el reloj biológico.
Además, el sueño influye directamente en la salud física. Durante el descanso se secretan hormonas de crecimiento y reparación celular. Si los niños no descansan entre ocho y diez horas diarias, su sistema inmunitario se ve debilitado, y aumentan las probabilidades de enfermar. Por eso, lograr que duerman bien es una de las bases para que afronten la rutina escolar y extraescolar con energía y optimismo.
5Ambiente óptimo en la habitación

Crear un entorno agradable y propicio para el descanso es tan importante como la rutina. La habitación debe estar fresca, con una temperatura ideal alrededor de 18–20 C, y con poca luz. Cortinas opacas o una luz tenue ayudan a bloquear estímulos externos que interrumpn el sueño…
El ruido también influye: un nivel de silencio relativo o un fondo de sonido relajante puede mejorar la continuidad del descanso. Evitar televisor, móvil o videojuegos en la habitación contribuye a que ese espacio se asocie únicamente al sueño y la relajación y decir adiós de una vez a los problemas para dormi.