Que los niños duerman lo suficiente no es un simple capricho de los adultos: es esencial para su desarrollo cognitivo y emocional. Una noche reparadora permite al cerebro procesar la información aprendida, consolidar la memoria y regular las emociones, de modo que al día siguiente lleguen al colegio más concentrados y con mejor humor. Si tienen problemas para dormir, sin un descanso adecuado, es normal ver bostezos constantes, despistes en clase y una mayor irritabilidad, tal y como suele ocurrir en la adolescencia cuando cambia el reloj biológico.
Además, el sueño influye directamente en la salud física. Durante el descanso se secretan hormonas de crecimiento y reparación celular. Si los niños no descansan entre ocho y diez horas diarias, su sistema inmunitario se ve debilitado, y aumentan las probabilidades de enfermar. Por eso, lograr que duerman bien es una de las bases para que afronten la rutina escolar y extraescolar con energía y optimismo.
4Actividad física y descanso: adiós a los problemas para dormir

El ejercicio diario ayuda a regular el ritmo circadiano, pues aumenta la necesidad de recuperación durante la noche. Juegos al aire libre, deportes o simplemente correr un rato después del colegio contribuyen a que los niños lleguen a la hora de acostarse con el cuerpo preparado para descansar. Eso sí, hay que evitar actividades muy intensas justo antes de dormir.
Para quienes tienen dificultades, una breve caminata familiar al atardecer o una sesión de estiramientos suaves puede marcar la diferencia. El contacto con el aire libre y el cambio de ritmo mental permiten desconectar de pantallas y tareas escolares, y predispone el organismo hacia el sueño y dejar de lado los problemas para dormir.