Que los niños duerman lo suficiente no es un simple capricho de los adultos: es esencial para su desarrollo cognitivo y emocional. Una noche reparadora permite al cerebro procesar la información aprendida, consolidar la memoria y regular las emociones, de modo que al día siguiente lleguen al colegio más concentrados y con mejor humor. Si tienen problemas para dormir, sin un descanso adecuado, es normal ver bostezos constantes, despistes en clase y una mayor irritabilidad, tal y como suele ocurrir en la adolescencia cuando cambia el reloj biológico.
Además, el sueño influye directamente en la salud física. Durante el descanso se secretan hormonas de crecimiento y reparación celular. Si los niños no descansan entre ocho y diez horas diarias, su sistema inmunitario se ve debilitado, y aumentan las probabilidades de enfermar. Por eso, lograr que duerman bien es una de las bases para que afronten la rutina escolar y extraescolar con energía y optimismo.
1Rutinas de sueño: claves para el éxito para eliminar los problemas para dormir

Establecer una hora fija para acostarse y otra para levantarse favorece la sincronización del reloj interno… Aunque suene estricto, los pequeños necesitan sentir la seguridad de un horario constante: eso les ayuda a conciliar el sueño más rápido y a despertarse sin necesidad de despertador. Mantener cierta flexibilidad el fin de semana facilita la adaptación a la vida social, pero sin alejarse demasiado de la rutina para dejar a un lado los problemas para dormir.
Conviene evitr estímulos fuertes antes de dormir. Luces brillantes, pantallas y actividades muy dinámicas retrasan la producción de melatonina, la hormona del sueño. En lugar de ello, es preferible dedicar los últimos minutos a la lectura tranquila o a escuchar música suave, lo que actúa como una señal de que la jornada llega a su fin. De ese modo, los niños se relajarán más fácilmente y asociarán esos gestos con la hora de dormir.