jueves, 3 julio 2025

‘La Promesa’: Una inesperada visita llega a palacio para cambiarlo todo

La calma que reina en el palacio de La Promesa es, como los espejismos, momentánea y sólo aparece de un soplo de aire. Lo que imagina uno como un respiro y un descanso después de tantas historias se torna la introducción de unos nuevos contratiempos.

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El desasosiego de Curro lo causa la salud de su madre, e intenta encubrirla de los fantasmas que residen en su cabeza; Simona, que está aquilatando sus decisiones; Manuel que se defiende de sus frustraciones. En medio de estos enredos de esperas, un personaje inesperado llega dispuesto a desmoronar, incluso más, una casa donde parece que no hay nadie que se salve de su propio destino.

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UNA VISITA CON SORPRESA

'La Promesa': Una inesperada visita llega a palacio para cambiarlo todo
Fuente: RTVE

Cuando todo parece calmado -las expectativas contenidas-, el destino viene preparado con una vuelta de tuerca. Una figura desconocida entra al palacio y su presencia actúa como la chispa de un campo seco. Nadie sabe quién es ni cuáles son sus intenciones, aun así, algo en el aire ya advierte que nada volverá a ser igual.

Los criados, siempre atentos a las variaciones en la casa, no tardan en especular: «¿Es un antiguo conocido de la familia?», cavilaba uno, «¿o más bien un acreedor?». Desde luego sólo hay algo claro: su llegada no es casual. Alguien hace mover los hilos del destino para que la llegada de tal personaje se produzca.

¿Será un aliado o un enemigo? ¿Traerá respuestas o bien más preguntas? En La Promesa nada es lo que parece y cada personaje oculta algo en el interior de la normalidad. Lo único cierto es que esa visita va a ser el antes y el después en la vida de cada uno.

Mientras la incertidumbre va tiñendo el palacio, algunos moradores comienzan a preparar lo peor. Curro pone en forma sus instintos; Simona calla en oraciones; y Petra desde las tinieblas atina su acción; el juego de los poderes entra en una nueva etapa; nadie quiere ser el último, porque en La Promesa solo lo resabiados sobreviven.

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