jueves, 3 julio 2025

‘La Promesa’: Una inesperada visita llega a palacio para cambiarlo todo

La calma que reina en el palacio de La Promesa es, como los espejismos, momentánea y sólo aparece de un soplo de aire. Lo que imagina uno como un respiro y un descanso después de tantas historias se torna la introducción de unos nuevos contratiempos.

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El desasosiego de Curro lo causa la salud de su madre, e intenta encubrirla de los fantasmas que residen en su cabeza; Simona, que está aquilatando sus decisiones; Manuel que se defiende de sus frustraciones. En medio de estos enredos de esperas, un personaje inesperado llega dispuesto a desmoronar, incluso más, una casa donde parece que no hay nadie que se salve de su propio destino.

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LLEGAN NUEVAS PISTAS A LA PROMESA

'La Promesa': Una inesperada visita llega a palacio para cambiarlo todo
Fuente: RTVE

Martina tiene que decidir de una vez qué va a hacer en La Promesa: por un lado Eugenia quiere ver a su hermana Cruz, pero Alonso no lo consentirá. La joven está en un punto crítico entre la lealtad y la compasión, la joven tiene que ir con cuidado en aguas revueltas. El marqués no es un hombre que soporte las desafiar, su negativa es una muralla que parece imposible de atravesar.

Eugenia, angustiada por volver a ver a su hermana, no comprende tal negativa de Alonso: «¿Qué tiene que ocultar?», se dice a sí misma mientras siente cómo la frustración se transforma en determinación. Martina, que está entre los dos, siente el peso de la responsabilidad. Conocer demasiado puede ser muy peligroso, pero no hacerlo también tiene consecuencias.

Dentro de otro lado del palacio, Emilia pone de manifiesto en esta ocasión que no le tiembla el pulso para hablar con claridad. El encuentro entre Pía y Rómulo es la gota que colma el vaso, y ella no tiene reparos en hacerle ver la hipocresía que manifiesta el mayordomo: «Ya no eres el hombre sincero que conocíamos«, le espeta. Sus palabras son estridentes, y se oyen en los pasillos, los cuales evocarían incluso que en La Promesa cercanamente los más fieles pueden ser este en otro.

Rómulo, herido por la acusación, intenta justificarse, pero su sonora vacuidad parece ser evidente. Pía, que contempla la escena del desencuentro, guarda silencio, aunque sus ojos delatan la cercanía de los sentimientos de satisfacción y preocupación. ¿Está disfrutando al contemplar la descalificación de Rómulo o teme ser la próxima víctima? En este embrollo del poder, ninguna persona está a salvo.


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