Fumar dentro del coche sigue siendo legal, puesto que seguimos en un espacio privado donde cada uno marca sus propias reglas. Aun así, la DGT mantiene los ojos bien abiertos ante cualquier gesto que pueda poner en riesgo la seguridad. No es que te pidan apagar el cigarro, sino que vigilan si ese gesto provoca distracción o peligro.
De hecho, aunque el Ministerio de Sanidad eliminó la prohibición en su borrador, la normativa de tráfico sigue muy presente. La clave está en no convertir un espacio íntimo en una fuente de despistes y posibles accidentes que luego terminan en sanción.
5Interpretación de los agentes

Muchos creen que, al no estar prohibido, fumar no puede causar problemas. Sin embargo, la interpretación de los agentes marca la diferencia. Si ven que manipular el cigarro interfiere con la conducción, están facultados para interponer una sanción de hasta 200 €. No buscan cazar fumadores, sino conducir con sentido común.
Con la misma lógica que ocurre al conducir con chanclas, el tabaco al volante es un elemento más de distracción. Si un agente considera que tu gesto compromete la seguridad, la multa caerá. Nadie discutirá que la prioridad es mantener la vista y las manos en lo que importa: la carretera.