Durante los meses de confinamiento descubrimos que estar rodeados de hormigón puede pasar factura a nuestra salud mental. Aquellos paseos por parques o la simple vista de un árbol se convirtieron en un bálsamo para el ánimo. Sentir el aire libre y el canto de los pájaros ayudó a muchos a desconectar del estrés acumulado.
Hoy sabemos que ese alivio no era solo sensación: el contacto con entornos verdes permite que nuestro cerebro descanse de la tensión diaria. Un pequeño paréntesis visual, como asomarse a un jardín o disfrutar de un balcón con plantas, puede traducirse en un nivel de bienestar sorprendente.
6Impacto en la salud mental de la población

Cuando un barrio cumple estos tres puntos, los beneficios saltan a la vista: menos visitas al psicólogo, menor consumo de medicación para la ansiedad y la depresión y un sentimiento general de satisfacción. Las cifras de estudios recientes hablan por sí solas: quienes viven bajo estas condiciones reportan un notable aumento de su bienestar emocional.
Esa estadística refleja el valor de incorporar la naturaleza a nuestra vida diaria como un recurso preventivo, no solo como un remedio puntual.. Al planificar nuestros hogares y nuestras ciudades tras estos parámetros, protegemos nuestra salud mental sin necesidad de acudir a un profesional.