Con la brisa veraniega acariciando ya nuestros pensamientos y la promesa de días más largos, resurge con fuerza esa conversación recurrente sobre cómo ponernos a punto. Es en este contexto donde la OMS juega un papel crucial, advirtiendo sobre soluciones que parecen demasiado buenas para ser verdad y que, a menudo, carecen de cualquier sustento científico serio. La presión social y el bombardeo publicitario nos empujan a buscar atajos, a creer en milagros embotellados o en planes restrictivos que prometen resultados espectaculares en tiempo récord, olvidando que la salud es una carrera de fondo y no un sprint desesperado antes de sacar el bañador del armario.
Pero, ¿qué hay de cierto en todo este universo de dietas depurativas y brebajes ‘mágicos’ que inundan las redes y las revistas con promesas de bienestar instantáneo? La realidad, como suele ocurrir, es bastante más prosaica y menos glamurosa que los filtros de Instagram, y se aleja considerablemente de esas imágenes idílicas de cuerpos esculturales conseguidos a base de zumos verdes y ayunos intermitentes de dudosa eficacia. Lejos de necesitar intervenciones drásticas, nuestro organismo cuenta con mecanismos internos altamente eficientes para mantenerse limpio y funcionando a pleno rendimiento, una maquinaria perfecta que a menudo subestimamos en nuestra búsqueda de la solución rápida y sencilla.
5MÁS ALLÁ DE LA BÁSCULA: HÁBITOS SALUDABLES SOSTENIBLES FRENTE A SOLUCIONES MÁGICAS

En lugar de caer en la trampa de las soluciones rápidas y los reclamos publicitarios engañosos, la verdadera clave para sentirse bien y mantener un cuerpo sano reside en adoptar un estilo de vida equilibrado y coherente a lo largo del tiempo. Esto implica priorizar una alimentación variada y nutritiva, donde predominen los alimentos frescos y mínimamente procesados, y donde no haya alimentos prohibidos sino un consumo consciente y moderado de aquellos menos saludables. La propia OMS enfatiza la importancia de patrones dietéticos como la dieta mediterránea, reconocida por sus múltiples beneficios para la salud cardiovascular y general, basada en la abundancia de vegetales, frutas, legumbres, pescado y aceite de oliva.
El bienestar integral va mucho más allá de lo que marca la báscula o de seguir la última dieta de moda que promete milagros antes del verano. Implica cuidar también otros aspectos fundamentales como la actividad física regular, que no solo ayuda a mantener un peso saludable sino que mejora el estado de ánimo y la salud cardiovascular; un descanso nocturno reparador, esencial para la recuperación física y mental y para el correcto funcionamiento hormonal; y una gestión adecuada del estrés, que tiene un impacto directo en nuestra salud general. Las recomendaciones de la OMS siempre apuntan hacia este enfoque holístico.