jueves, 15 mayo 2025

¿Verano en puerta? La OMS aclara la verdad sobre estas dietas de moda

Con la brisa veraniega acariciando ya nuestros pensamientos y la promesa de días más largos, resurge con fuerza esa conversación recurrente sobre cómo ponernos a punto. Es en este contexto donde la OMS juega un papel crucial, advirtiendo sobre soluciones que parecen demasiado buenas para ser verdad y que, a menudo, carecen de cualquier sustento científico serio. La presión social y el bombardeo publicitario nos empujan a buscar atajos, a creer en milagros embotellados o en planes restrictivos que prometen resultados espectaculares en tiempo récord, olvidando que la salud es una carrera de fondo y no un sprint desesperado antes de sacar el bañador del armario.

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Pero, ¿qué hay de cierto en todo este universo de dietas depurativas y brebajes ‘mágicos’ que inundan las redes y las revistas con promesas de bienestar instantáneo? La realidad, como suele ocurrir, es bastante más prosaica y menos glamurosa que los filtros de Instagram, y se aleja considerablemente de esas imágenes idílicas de cuerpos esculturales conseguidos a base de zumos verdes y ayunos intermitentes de dudosa eficacia. Lejos de necesitar intervenciones drásticas, nuestro organismo cuenta con mecanismos internos altamente eficientes para mantenerse limpio y funcionando a pleno rendimiento, una maquinaria perfecta que a menudo subestimamos en nuestra búsqueda de la solución rápida y sencilla.

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LOS RIESGOS OCULTOS: CUANDO LA OBSESIÓN POR «LIMPIAR» PUEDE ENSUCIAR LA SALUD

Fuente Pexels

Aunque la idea de «limpiar» el organismo pueda sonar atractiva, someterse a dietas «detox» muy restrictivas o basadas en el consumo exclusivo de ciertos preparados puede acarrear riesgos para la salud que a menudo se pasan por alto. La eliminación drástica de grupos de alimentos puede conducir a deficiencias nutricionales importantes, afectando el aporte de vitaminas, minerales y otros compuestos esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo, lo que a la larga puede tener consecuencias negativas. Además, algunas de estas dietas pueden provocar efectos secundarios molestos como fatiga, mareos, dolores de cabeza o problemas gastrointestinales, que lejos de ser signos de «desintoxicación», pueden indicar que algo no va bien.

Más allá de los efectos físicos, no hay que olvidar el impacto psicológico que pueden tener estas prácticas, especialmente en personas vulnerables. La obsesión por la «pureza» alimentaria, el miedo a ciertos alimentos etiquetados como «tóxicos» y la presión por seguir dietas de moda pueden fomentar una relación poco saludable con la comida, e incluso desencadenar o agravar trastornos de la conducta alimentaria. La OMS también ha alertado sobre los peligros de mensajes que promueven la restricción extrema sin supervisión médica, ya que pueden alejar a las personas de patrones de alimentación verdaderamente saludables y equilibrados, que son la base de un bienestar duradero y sostenible.


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