Con la brisa veraniega acariciando ya nuestros pensamientos y la promesa de días más largos, resurge con fuerza esa conversación recurrente sobre cómo ponernos a punto. Es en este contexto donde la OMS juega un papel crucial, advirtiendo sobre soluciones que parecen demasiado buenas para ser verdad y que, a menudo, carecen de cualquier sustento científico serio. La presión social y el bombardeo publicitario nos empujan a buscar atajos, a creer en milagros embotellados o en planes restrictivos que prometen resultados espectaculares en tiempo récord, olvidando que la salud es una carrera de fondo y no un sprint desesperado antes de sacar el bañador del armario.
Pero, ¿qué hay de cierto en todo este universo de dietas depurativas y brebajes ‘mágicos’ que inundan las redes y las revistas con promesas de bienestar instantáneo? La realidad, como suele ocurrir, es bastante más prosaica y menos glamurosa que los filtros de Instagram, y se aleja considerablemente de esas imágenes idílicas de cuerpos esculturales conseguidos a base de zumos verdes y ayunos intermitentes de dudosa eficacia. Lejos de necesitar intervenciones drásticas, nuestro organismo cuenta con mecanismos internos altamente eficientes para mantenerse limpio y funcionando a pleno rendimiento, una maquinaria perfecta que a menudo subestimamos en nuestra búsqueda de la solución rápida y sencilla.
2EL CUERPO, ESA MÁQUINA PERFECTA: DESMONTANDO LA NECESIDAD DE «AYUDITAS» EXTERNAS

Contrariamente a lo que nos quieren hacer creer muchos gurús del bienestar y fabricantes de productos «depurativos», nuestro cuerpo no es un sumidero pasivo de toxinas que necesita ser vaciado periódicamente con zumos de apio o suplementos exóticos. Poseemos un sistema de desintoxicación natural extraordinariamente sofisticado y eficiente, con el hígado y los riñones como principales protagonistas de esta labor incansable, trabajando día y noche para filtrar, procesar y eliminar las sustancias de desecho y los compuestos potencialmente nocivos. El hígado, por ejemplo, es una auténtica planta química capaz de transformar una enorme variedad de moléculas en formas menos tóxicas y más fáciles de excretar por el organismo.
Los riñones, por su parte, son filtros altamente especializados que depuran la sangre de manera continua, eliminando el exceso de agua, sales y productos metabólicos de desecho a través de la orina, manteniendo así el equilibrio interno fundamental para nuestra supervivencia y correcto funcionamiento celular. Esta maquinaria biológica funciona de manera autónoma y no requiere, en condiciones normales de salud, ninguna intervención externa en forma de dietas restrictivas o productos «detox» para cumplir su cometido. De hecho, algunas de estas prácticas pueden incluso llegar a sobrecargar estos órganos vitales, tal como advierten profesionales sanitarios y documentos de la OMS sobre nutrición saludable.