Con la brisa veraniega acariciando ya nuestros pensamientos y la promesa de días más largos, resurge con fuerza esa conversación recurrente sobre cómo ponernos a punto. Es en este contexto donde la OMS juega un papel crucial, advirtiendo sobre soluciones que parecen demasiado buenas para ser verdad y que, a menudo, carecen de cualquier sustento científico serio. La presión social y el bombardeo publicitario nos empujan a buscar atajos, a creer en milagros embotellados o en planes restrictivos que prometen resultados espectaculares en tiempo récord, olvidando que la salud es una carrera de fondo y no un sprint desesperado antes de sacar el bañador del armario.
Pero, ¿qué hay de cierto en todo este universo de dietas depurativas y brebajes ‘mágicos’ que inundan las redes y las revistas con promesas de bienestar instantáneo? La realidad, como suele ocurrir, es bastante más prosaica y menos glamurosa que los filtros de Instagram, y se aleja considerablemente de esas imágenes idílicas de cuerpos esculturales conseguidos a base de zumos verdes y ayunos intermitentes de dudosa eficacia. Lejos de necesitar intervenciones drásticas, nuestro organismo cuenta con mecanismos internos altamente eficientes para mantenerse limpio y funcionando a pleno rendimiento, una maquinaria perfecta que a menudo subestimamos en nuestra búsqueda de la solución rápida y sencilla.
1LA FIEBRE «DETOX»: ¿MILAGRO VERANIEGO O ESPEJISMO PUBLICITARIO?

El término «detox» se ha convertido en una especie de mantra moderno, una palabra fetiche que evoca imágenes de purificación y renovación casi espiritual, especialmente cuando el calor aprieta y la ropa ligera llama a la puerta. Las promesas son tentadoras, desde la pérdida de peso exprés hasta una piel radiante y una energía desbordante, todo ello convenientemente empaquetado en planes de unos pocos días que parecen la panacea a los excesos cometidos o simplemente al deseo de sentirse mejor de forma inmediata.
Sin embargo, la comunidad científica, y en particular organismos de referencia como la OMS, se muestra escéptica ante estas afirmaciones, subrayando la ausencia de estudios rigurosos que respalden la mayoría de estas terapias de choque y sus supuestos beneficios milagrosos para la salud.
La industria detrás de estas dietas es poderosa y sabe cómo tocar las teclas adecuadas, utilizando un lenguaje pseudocientífico y testimonios impactantes para captar la atención de un público ávido de soluciones rápidas. A menudo se habla de «eliminar toxinas» de forma genérica, sin especificar cuáles son esas toxinas ni cómo actúan exactamente estos productos, más allá de un vago concepto de limpieza interna que suena convincente pero carece de base sólida. Es fundamental recordar que la OMS insiste en la importancia de basar las decisiones sobre salud y nutrición en evidencia científica contrastada, y no en modas pasajeras o en estrategias de marketing bien orquestadas que pueden llegar a confundir al consumidor más informado.