jueves, 15 mayo 2025

‘La Promesa’: Una visita inesperada irrumpe en la boda secreta de Catalina y Adriano

El próximo capítulo de La Promesa no es un capítulo más. Lo que parecía un momento de una felicidad plena para Catalina y Adriano se convertirá en un campo de batalla emocional. La boda secreta, premeditada para que no fuercen a los novios a aceptar interferencias, es conmovida por la llegada de Leocadia, una figura que, lejos de ser esperada por la razón o el sentido común, es muy temida.

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Sin embargo, este capítulo excede la escena de la boda. Desde el fondo del juego del casino, pasando por los pasillos de la mansión Figueroa, también encontramos a todos los personajes ante un punto de inflexión. Curro y sus compinches se proponen arriesgarse aún más en una partida en la que las piezas ya no se juegan con fajos de papel de cartón, sino que se apuestan con la vida de cada uno. Quizás, por fin, podríamos estar ante el clímax de la temporada.

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JUEGOS DE PODER QUE DOMINAN LA PROMESA

'La Promesa': Una visita inesperada irrumpe en la boda secreta de Catalina y Adriano
Fuente: RTVE

Leocadia y Lorenzo en La Promesa no son meros observadores, son depredadores. La pasión que sienten por arruinar a Eugenia alcanza niveles mucho más altos que los que había alcanzado, incluso antes de que la joven sufriera su crisis nerviosa frente a ellos. No hay compasión en sus miradas, no hay compasión alguna; solo satisfacción.

Para ellos, el colapso de Eugenia es el testimonio que estaban esperando: «Eugenia no se encuentra bien», murmurarán en los oídos necesarios para encontrar una excusa para su vuelta al sanatorio. Pero, ¿cuál es el secreto que Eugenia lleva escondido que ellos temen tanto que se lo cuente? La manipulación que hacen Leocadia y Lorenzo es fría, es metódica. La palabra que le dicen a Eugenia tiene un propósito bien definido: mejorar su inestabilidad.

Eugenia, ya vencida, llega a caer en la trampa en la que acabaron prisioneros, tal y como ellos habían pensado. Lo que sucede es que en medio del asalto, Eugenia, incluso con dificultad, es capaz de balbucear una frase imposible que hace tambalear incluso a Lorenzo. En el casino, mientras tanto, se palpa la tensión.

Curro, Lope y Ángela no son jugadores, son cazadores. Basilio, con pegada la sonrisa del desafiante, parece saber más de lo que dice. Cada palabra que intercambian es un duelo de intenciones ocultas. Ángela, porque asustada, no retrocede; su lealtad a Curro es inexpugnable. Pero cuando Basilio pronuncia un nombre inesperado, el juego cambia.


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