Zorro, el hijo mayor de Frank Cuesta, ha decidido romper su silencio en un momento especialmente delicado para su familia. Tras años de mantenerse como el defensor más firme de su padre y posicionarse públicamente contra su madre, Yuyee, el joven ha reaccionado ante la revelación de uno de los escándalos más impactantes que ha sacudido a la figura del popular aventurero. Y es que Frank Cuesta, conocido por sus programas de televisión y su supuesto activismo animal, ha confesado esta semana que gran parte de su historia personal y profesional ha estado basada en una cadena de mentiras: no es veterinario, nunca ha tenido cáncer y el santuario que dirige en Tailandia no es exactamente lo que él había contado durante años. Esta revelación ha provocado un terremoto en su entorno, y Zorro, que siempre fue su escudero más leal, ha querido dar la cara para expresar su confusión y su frustración.
3Los problemas de Frank Cuesta

La incógnita que se plantea ahora es qué sucederá con el legado de Frank Cuesta. Durante años, numerosas personalidades del mundo digital, youtubers e influencers se han volcado con su causa, ayudando a difundir su trabajo y animando a sus seguidores a colaborar económicamente. La revelación de que el supuesto santuario no cumple con las condiciones que siempre se habían prometido, y que la titulación profesional del propio Cuesta no es real, deja en una situación incómoda a quienes han puesto su imagen al servicio de esta causa. Muchos de ellos aún no se han pronunciado públicamente, pero es de esperar que en las próximas semanas haya consecuencias que afecten directamente al futuro de Cuesta, tanto a nivel legal como reputacional.
En este contexto, la figura de Zorro emerge como la de un joven atrapado entre dos versiones opuestas de una misma historia, con una carga emocional muy difícil de soportar. Su fidelidad al padre, su decepción con la madre, y ahora su desconcierto ante las verdades que se ocultan tras el personaje público de Frank Cuesta lo han dejado en una encrucijada personal. A pesar de todo, sigue defendiendo que su prioridad es el bienestar de su hermana pequeña, y que hará lo posible por garantizar que crezca en un entorno estable, aunque tenga que asumir él mismo el papel de adulto responsable en una familia que parece haber perdido el rumbo. Su testimonio, crudo y sincero, refleja el daño que una guerra prolongada entre adultos puede causar en sus hijos, incluso cuando estos ya son lo suficientemente mayores para hablar por sí mismos.